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Ayuda a la Iglesia Necesitada

«Los cristianos en Pakistán no tenemos la misma dignidad que los demás»

Gloria Safdar es una de los tantos cristianos que se han visto obligados a salir del país a causa de la persecución religiosa

Laura Daniele

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Ser cristiano en Pakistán supone en el mejor de los casos estar condenado a ser un ciudadano de segunda categoría. Pero esta minoría religiosa además corre el riesgo de terminar sus días en la cárcel si algún musulmán decide acusarles de tomar el nombre de Mahoma en vano.

Los datos hablan por sí solos. Esta república islámica figura entre los 23 países del mundo donde más ha empeorado la libertad religiosa , según el último informe de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). La causa de la persecución es el extremismo del actual Gobierno del país en manos de la Liga Musulmana. El principal blanco son los cristianos, que representan apenas el 2 por ciento de los 191 millones de habitantes que tiene Pakistán, el sexto país con más población del mundo.

La espada de Damocles que pesa sobre los cristianos es la llamada «ley de la blasflemia» , que permite a tres musulmanes ponerse de acuerdo para encerrar en la cárcel o condenar a muerte a un cristiano si le acusan de haber insultado a Mahoma o al Corán. «Más de 1.000 personas están en prisión en Pakistán por la ley de la blasfemia, que es utilizada injustamente para perseguir a miembros de minorías religiosas. Muchos de los acusados son asesinados antes de ser juzgados», recuerda el director de AIN, Javier Menéndez Ros, con motivo del lanzamiento de una campaña de ayuda a los cristianos de este país.

La víctima más conocida de esta norma lacerante es Asia Bibi, una madre de familia numerosa que se encuentra en prisión desde 2009, después de que un tribunal la sentenciara a muerte por un falso delito de blasfemia. La misma situación ha tenido que soportar la familia de Gloria Safdar. Su hermano pudo huir clandestinamente de Pakistán antes de correr la misma suerte que Asia Bibi. Desde hace ocho años ambos viven en Valencia, donde han podido reconstruir con mucho esfuerzo sus vidas. «No todo el mundo es consciente de lo que sucede en Pakistán. Los cristianos allí no tenemos los mismos derechos, ni la misma dignidad y además somos los más pobres; por ello es muy fácil terminar siendo víctimas de una acusación falsa», explica a ABC Gloria.

El 95% son analfabetos

Pese a la dura discriminación que sufren los cristianos —el 95% son analfabetos y trabajan en régimen de semiesclavitud en latifundios y fábricas de ladrillo—, Gloria consiguió diplomarse en Trabajo Social y tiene un máster en Desarrollo Global y Justicia Social por la Universidad St. John de Nueva York.

«Era la única cristiana en mi clase y cuando mis compañeros me pedían mi opinión sobre el Islam les pedía cambiar el tema de la conversación por miedo a terminar en la cárcel», comenta esta joven de 32 años y madre un bebé de 15 meses.

En muchas ocasiones Gloria ha recibido la invitación a convertirse al Islam. «Yo siempre me he negado. En mi familia llevamos cuatro generaciones profesando la fe cristiana. Nuestra fe es muy fuerte y la vivimos con esperanza y alegría».

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