Las incógnitas sobre el contagio de Teresa Romero todavía pendientes de aclarar

Hasta ahora, la única explicación del contagio de Teresa Romero que se ha ofrecido, y la única hipótesis que maneja la investigación del caso, es que se rozara la cara con uno de los guantes al sacarse el traje tras permanecer en la habitación del paciente Manuel García Viejo. Según dijo uno de los médicos que la atendían, Germán Ramírez, ella misma lo habría admitido así . Días después, la entonces portavoz de la familia, Teresa Mesa, matizó que la paciente no recordaba eso. Y ayer, Romero aseguró que no sabe «lo que falló, ni siquiera si falló algo».

Teresa Romero dijo en unas declaraciones por teléfono a Cuatro que nunca dijo a la médica del centro de salud al que acudió en un principio en Alcorcón que había atendido a los misioneros con ébola. En cambio, varios días después, afirmó en una entrevista con «El Mundo» que sí había avisado a la doctora de que había tratado a los misioneros. El Colegio de Médicos de Madrid aseguró que el protocolo no se activó porque la facultativa « no recibió en ningún momento por parte de la paciente, información alguna sobre el hecho de haber atendido a personas diagnosticadas de ébola».

Cuando Teresa Romero llamó en la madrugada del 6 de octubre al teléfono 112, no se activó el protocolo porque su fiebre estaba por debajo del umbral fijado en aquel momento (38,6º) y se le envió una Unidad de Atención Domiciliaria, con médico y técnico. Según el sindicato CSIF, ese médico detectó signos de sarpullido o petequias –pequeños puntos rojos–, y advirtió de que, por tanto, presentaba las características de una infección por ébola. Tras comunicarlo al Centro Coordinador del Summa 112, la jefa de guardia habría decidido no avisar de ello a Salud Pública y enviar una ambulancia básica, sin medidas especiales, que la trasladó al hospital de Alcorcón, y no al Carlos III. Desde el gobierno madrileño, el consejero de Presidencia, Salvador Victoria, responde que la Comunidad «cumplió con todos los protocolos y medidas necesarias».

Teresa Romero sostiene que estuvo 50 minutos limpiando la habitación de López Viejo y que nadie la avisó, dando a entender que no había supervisor, como era habitual. Nadie ha aclarado oficialmente si fue así y por qué. Fuentes consultadas por ABC aseguran que, mientras se quitaba el traje, solo había un celador observando . Además, las cámaras instaladas no grababan en aquel momento.

Uno de los puntos que ha estado en cuestión desde el principio de esta crisis es si la formación recibida por los trabajadores sanitarios del hospital Carlos III para labores como ponerse y quitarse el traje de protección individual, consistente en unos cursillos, era suficiente.