Qué es ser un minimalista financiero y cuáles son sus ventajas
La Fundación Cajasol recomienda alejarse del marketing indiscriminado y del elevado estrés económico que este conlleva
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Ser minimalista financiero implica responsabilidad respecto a los gastos
Quizá el término minimalismo financiero no es muy común y sea desconocido por el público mayoritario. Sin embargo, se trata de una filosofía que puede ayudar mucho a la hora de afrontar la economía personal en un mundo lleno de invitaciones al consumo ... como el actual.
Por ello, la Fundación Cajasol explica que ser un minimalista financiero es tomar la decisión de reducir todo a lo esencial, despojarse de elementos superfluos y alcanzar los propios objetivos vitales con menos.
El marketing indiscriminado provoca en muchas personas un consumo casi enfermizo, así como un gran derroche de recursos y energías. El minimalismo surge como reacción a esta situación difícilmente sostenible. Para ello, la entidad aconseja plantearse cuáles son las necesidades vitales de cada uno y satisfacerlas con las cosas adecuadas y que hagan falta, ni más ni menos. La asociación entre dinero, posesiones, estatus social y, como consecuencia final, felicidad no es la única posible. De hecho, puede que no sea nada cierta.
¿Cómo se pueden aplicar las principios minimalistas a las finanzas para mejorar su gestión? No es complicado: basta con dedicar un poco de tiempo a ello. La recompensa es más que interesante: el minimalismo y el orden en la gestión del dinero pueden bajar de forma considerable los niveles de estrés económico y contribuir a tener una vida más tranquila.
Estas con algunas ideas de la filosofía de vida minimalista fáciles de aplicar a las finanzas:
Tomar decisiones con calma
Huir de la inmediatez, tomarse un momento para reflexionar si de verdad hace falta comprar todos los productos y servicios con los que nos bombardean. Si satisface alguna de nuestras necesidades, también debemos reflexionar si nos conviene comprarlo ahora o esperar un poco y ahorrar el dinero para ello.
No endeudarse
En caso de no poder pagarlo, lo mejor es no comprarlo y, sobre todo, no endeudarse para conseguirlo. Simplificar la propia economía pasa por olvidarse de la tarjeta de crédito y de los típicos créditos de consumo de bancos y financieras.
Dejar las ofertas increíbles a un lado
Las típicas ofertas y descuentos que «no te puedes perder» o que presentan rebajas «increíbles». El objetivo de este tipo de anuncios es provocar la sensación de que estamos dejando pasar una oportunidad única que en realidad no existe, algo que debemos evitar.
Comprar productos de calidad
Si los productos que compramos tienen una calidad baja su vida útil será en consecuencia muy corta y en poco tiempo habrá que cambiarlos y comprar otros. Lo mejor es no dejarse arrastrar por las tendencias o modas adquiriendo productos de calidad cuyo uso garantice una duración de más de una temporada. Por ejemplo, los electrodomésticos deberían ser los de eficiencia energética A.
No abusar de las tarjetas de crédito
¿De verdad se necesitan tantas tarjetas de crédito? Y por ello tanto crédito. Harán que paguemos más comisiones de emisión y mantenimiento. Si además compramos con pago aplazado, tendremos que desprendernos de más dinero por culpa de los intereses.
Un buen minimalista financiero huye de las tarjetas, no solo de las que tienen el pago aplazado, también de aquellas que pasan el cargo a mes vencido, aunque no conlleven intereses. Gastar así duele menos porque no se ve disminuir el saldo de la cuenta. Son las compras sin dolor que se van incrementando sin ningún sentimiento de culpabilidad... hasta que llega el cargo de la cuota de la tarjeta.
La alternativa es disponer de una tarjeta de débito, y solo una, para tener todo el control sobre lo que se consume. Esto ayudará a controlar los gastos si vemos el cargo cuando se produce y no 30 días después.
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