Juan Camacho demuestra que «sin Huelva no hay fandango»

«Las que han conservado todo esto, en Alosno, en Almonaster… son las mujeres. He llamado a muchas puertas y eran las mujeres las que tenían escritas en cuadernos las letras que yo he ido recuperando. Cuadernos de hace más de 60 años en algún caso. Tomaron notas de niñas. Después mi trabajo fue creciendo, me adentré en los estilos y otras tradiciones y coplas que tienen por aquí su origen . La riqueza es tremenda».

El lío al que se ha enfrentado parece de una complejidad pasmosa: «Sí, sí. En cuanto a los estilos hay mucha confusión . Algunos consideran estilos propios de fandangos algunos que solo tienen una pequeña aportación personal del intérprete. Después, muchos se han etiquetado mal históricamente en los discos. Se han extendido errores por la transmisión oral. Por ejemplo, Diego Clavel grabó siete estilos de Zalamea, pero allí lo único que hay es una danza. El hombre, que hizo un disco muy bueno, no tiene culpa. Grabó lo que le dijeron. Y nadie tiene la verdad absoluta»

¿Y quién es su cantaor predilecto? «Cómo no, tengo que citar a Paco Toronjo , por quien nos conocen fuera, pero habría que reconocer la labor de dos grandes olvidados que no se prodigaron demasiado por ser de familias pudientes y no tener esa necesidad de actuar en público. Pepe Pérez de Guzmán , que crea el estilo más valiente que yo he escuchado en Huelva, aunque él fuera extremeño, y don Marcos Jiménez ».

Fue una generación posterior a la de Pérez de Guzmán, que en su contacto con el Cojo de Málaga y otros artistas de la provincia donde tenía su finca entró en el compás abandolao, la que lleva el fandango de Huelva a Sevilla, cuando la Alameda era un crisol, a principios del siglo pasado: « José Rebollo fue seguramente el primero. José María Blanco , muy a la sombra, le enseñó a Manuel Centeno un fandango que el sevillano grabó. Después también llegaron Antonio Rengel y Paco Isidro . Los principales cantaores de la época, Manuel Torre , El Niño Gloria …, hicieron versiones personales basadas en muchos de aquellos fandangos». Y el fandango que conocemos, «sin Huelva no sería tal, aunque haya en otros territorios».

Son dos los maestros a los que he escuchado compartir una reflexión que ahora cae sobre estas líneas: El Güito y José Mercé, que dijeron, básicamente, que «de las modas queda lo bueno» . Hoy estamos en tiempos de flamenco y electrónica. Las incursiones de La Tremendita, Rocío Márquez, Tomás de Perrate, David Lagos y Califato ¾, entre otros, así lo demuestran. La tecnología ha avanzado y a algunos les apetece experimentar . A diferencia de muchos de los mencionados, Álvaro Romero no es un cantaor personal y con recursos que decide emprender este camino, sino alguien que haciendo con una guitarra los tangos de La Marelu ‘Mora cantaora’, la mariana de Bernardo de los Lobitos o las rumbas que Pepe de la Matrona grabó para la antología de Hispavox no llamaría demasiado la atención. Lo que oferta, por tanto, son cantes, en mi opinión, excesivamente planos y monótonos por una forma de modular reiterativa y poco luminosa , con un traje, eso sí, distinto, el de DJ Tony Martín, quien se suma al discurso.

Su particularidad radica en la reivindicación LGTB , algo que tiene importancia y que, cómo no, lo sitúa en el plano de lo novedoso por su falta de metáfora y secretismo, eso que siempre acompañó a la copla. Lejos de armar versos contundentes, dejando aparte algún hallazgo poético de autores como Pedro Lemebel, su arenga tiene más que ver con el eslogan. La encuentro adherida a la cáscara de las ideas. A la ocurrencia . Su música es de alta intensidad, como pude comprobar en directo desde Nîmes, pero no sé qué quedará de ella cuando pase, como decía, la moda y permanezca lo bueno que venía a aportar. «Ahora quieren revolucionar antes de cantar», dice también José Mercé.

El ciclo que se está desarrollando en la Sala Flamenquería, ‘Íntimos de Triana’ , acoge este viernes 25 de marzo a las 21 horas a tres de los jóvenes que más han dado que hablar en los últimos años en el flamenco. Uno es cantaor, Manuel de la Tomasa , el nieto de José de la Tomasa, que trata de dar continuidad de una de las familias de mayor abolengo en lo que al cante se refiere: Pepe Torre, La Tomasa y Pies de Plomo, entre otros, corren por su sangre.

Otro, cantaor y bailaor, es El Purili , que sigue la escuela festera en la que podríamos situar a Miguel El Funi o Perico El Pañero, por mencionar alguna de las figuras en activo. Es de La Línea de la Concepción y, como aquel, por poco supera los 20 años.

El tercero sobre el escenario de la calle Castilla, frente al azulejo que recuerda el corral de vecinos donde nació Paco Taranto, será el guitarrista David de Arahal . El único de los tres que ya cuenta con un álbum en solitario, ‘Mar verde’, y quien anda actuando como concertista por pequeños festivales. La cantera se muestra ante la afición.