cultura
Itálica, la gran ciudad ceremonial que ayudó a la construcción de Europa
El complejo diseñado por Adriano cumple los requisitos para ser Patrimonio de la Humanidad tras la reformulación de la candidatura y también aspira a ser Sello de Patrimonio Europeo, en una candidatura transnacional que podría unirse a la Villa Adriana de Roma y al Barrio de Adriano de Atenas
Por qué la Unesco tiene que reconocer a Itálica como 'Ciudad Ceremonial'
Itálica, la Villa Adriana de Roma y Atenas estudian hacer «una candidatura conjunta» a Sello de Patrimonio Europeo
'Itálica, la ciudad ceremonial de Adriano': un nuevo libro explora el legado de la urbe

El pasado 13 de enero, la consejera de Cultura y Deporte, Patricia del Pozo, realizó un doble anuncio que puede ser fundamental para el futuro inmediato del Conjunto Arqueológico de Itálica. De un lado, presentó el proyecto de la Junta de Andalucía en ... el que se ha reformulado la candidatura de Itálica a Patrimonio Mundial como 'Ciudad Ceremonial' y de otro, abrió la vía a una nueva candidatura a Sello de Patrimonio Europeo. Esta última podría optar a tal distinción en una candidatura transnacional con la Villa Adriana de Roma y el barrio que el emperador fundó en Atenas con su nombre. Las cartas están ya sobre la mesa y Cultura trabaja de forma incansable para que esta doble candidatura llegue a buen puerto. Pero más allá de estos procesos administrativos, si cualquier visitante recorre este magnífico enclave que vivió su apogeo bajo el mando de Adriano en el siglo II, ¿cuáles son realmente las huellas que sobreviven en la actualidad de ese gran pasado ceremonial y de la ciudad que asumió y proyectó hacia el exterior los principales valores de la cultura grecorromana, ayudando de esa forma a la construcción de lo que hoy conocemos como Europa? La respuesta está en el propio conjunto arqueológico, que sigue hablando de su pasado casi 2.000 años después.
La directora general de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, Nuria Ortiz, recuerda que cuando Civisur hizo entrega del expediente hace aproximadamente un año y medio, «vio que no prosperaba la candidatura al Consejo de Patrimonio y nos la entregó. Entonces la estudiamos en profundidad, así como el informe que hizo un experto independiente». A partir de ahí, la Junta estudió los puntos fuertes y débiles y contaron con un experto en la Unesco para ver si se podía reconducir la candidatura. «En su informe, ese experto indicó que podríamos trabajar en una candidatura que, en vez de resaltar el valor arqueológico de la ciudad adrianea, se basara en el concepto de ciudad ceremonial, que se planteaba más desde el ámbito científico de la historia antigua». A partir de entonces, Cultura ha contado con la mitad del equipo que ya trabajaba con Civisur para esta nueva reformulación. «Tenemos la intención de presentarla en el próximo Consejo de Patrimonio para ver si este decide elevarla a la Unesco», señala Ortiz.
En cuanto al Sello de Patrimonio Europeo, está la posibilidad de una candidatura transnacional en la que concurrirían Itálica, la Villa Adriana de Roma y el barrio de Adriano de Atenas, según se estableció en la jornada 'Itálica en Europa y en el Mundo', que organizó recientemente la Consejería de Cultura. «Europa fomenta ese tipo de candidatura porque sirve para nutrir la base del sentimiento europeo común. Estamos trabajando con el Ministerio de Cultura y con Grecia y Roma para esta candidatura, que es para 2026», indica la directora general de Patrimonio Histórico.
El catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla y asesor de la candidatura de Patrimonio Mundial Fernando Lozano Gómez comenta que «en paralelo a toda la parte de gestión, llevamos más de una década trabajando en el siglo II sobre el reinado de Adriano y estamos estudiando también la forma en que se representaba el imperio romano en el siglo II, que fue la época de su máximo apogeo». Una de las maneras que tenía dicho imperio de mostrarse al mundo era mediante las fiestas. «En Itálica se conservan todos los elementos de eso que nosotros llamamos ciudades ceremoniales. El momento en que se construyó el anfiteatro —con capacidad para acoger al triple de habitantes de Itálica— era el segundo del imperio en tamaño, sólo por detrás del Coliseo de Roma. Además, el de Itálica fue una evolución entre el Coliseo y el gran anfiteatro de Djem de Túnez, que ya es de siglo III», dice este profesor.
Hay que recordar que la Consejería de Cultura ha presentado recientemente el libro 'La Itálica de Adriano: una ciudad ceremonial', coordinado por Fernando Lozano. Esta obra contiene 23 estudios firmados por 16 investigadores. Acompañado de decenas de fotografías del enclave, así como de varias ilustraciones firmadas por Arturo Redondo que recrean vistas, planos y escenas de la ciudad adrianea, la obra está dirigida al gran público.

También se conservan de esa ciudad ceremonial las termas con palestras, «que vienen a sumar el mundo griego, con la palestra, y el mundo romano tradicional con las termas en un conjunto que supera lo griego y lo romano para convertirse en un modelo imperial. Las termas imperiales de Itálica tenían unos 32.000 metros cuadrados, siendo el edificio más grande en dimensiones de Itálica», señala Lozano. Dicha construcción se vincula con otros inmuebles de Roma y del oriente griego (Atenas y Pérgamo). «Además, nos habla de las ceremonias que se harían tanto en la parte del balneario como en la parte atlética, que se celebraría en la palestra», señala este catedrático.
La dimensión ceremonial de Itálica no se podría entender tampoco sin el Traianeum, un templo colosal en cuanto a sus dimensiones que no sólo servía para el culto a los emperadores romanos, sino también a los distintos dioses de la ciudad. Desde ese edificio partían las procesiones que irían al anfiteatro y a las termas y que, «por supuesto, se vincularían con otro elemento que también está presente en esta Itálica ceremonial, el teatro», señala este experto en Historia Antigua. Sobre este último espacio, Lozano destaca que «es el edificio público más antiguo de Itálica, ya que se construyó en la época de Augusto, pero en los años de Adriano se reorganiza y hay una serie de construcciones en la parte alta del teatro que se conocen mal pero que en el futuro van a dar muchas alegrías a la investigación, me refiero a toda la parte del Cerro de San Antonio».
«El interés de Itálica —añade el catedrático— es que aquí se ven todos los elementos de una ciudad ceremonial del siglo II en el momento del máximo apogeo del imperio. Se contemplan tanto el templo, como el teatro, las termas imperiales, el anfiteatro y las grandes avenidas porticadas, que estaban diseñadas claramente para vincular estos elementos de la ciudad ceremonial. La idea era que hubiera sitio suficiente para celebrar grandes procesiones a las que acudirían muchos fieles». En ese sentido, la avenida principal de Itálica tiene 16 metros de ancho, unas dimensiones que no hay en el resto de Hispania salvo en Tarraco. «En Itálica no sólo se encuentran perfectamente integrados los elementos de la ciudad ceremonial, sino que además ese diseño es nuevo, surge de la mente del emperador y se hace sobre un espacio en el que no se había construido con anterioridad, de tal manera que el valor de este proyecto ex-novo es doble y superior al de otras ciudades con muchos elementos ceremoniales, pero que han ido surgiendo a lo largo de un devenir histórico. En Itálica lo importante es que se hace un proyecto de nueva factura sobre un espacio en el que no hay cortapisas», aclara Fernando Lozano.
Otra clave para entender mejor la mentalidad romana es que tanto el teatro, como el anfiteatro y las termas eran lugares con un carácter eminentemente religioso, ya que los tres espacios estaban llenos de estatuas de dioses. «Eran lugares de entretenimiento, pero también se hacía religión. La religión antigua puede ser cruel para el público actual, pero desde luego lo que sí es muy festiva. En el ámbito Mediterráneo la religión se celebra en la calle y en comunidad. La religión romana podía ser muchas cosas, pero también era muy alegre», subraya este catedrático de la Hispalense.
Unidad dentro de la diversidad
Por su parte, Elena Muñiz Grijalvo es catedrática de Historia Antigua de la Universidad Pablo de Olavide. Esta forma parte del equipo de expertos que se encarga de la asesoría científica de la candidatura de Itálica a Sello de Patrimonio Europeo, grupo del que forma parte también Juan Manuel Cortés Copete, catedrático de Historia Antigua de la UPO. Preguntada por qué cosas ha aportado Itálica a la construcción de Europa tal y como la conocemos en la actualidad, esta profesora indica que el Sello de Patrimonio Europeo tiene que ver con destacar los valores y promover el sentimiento de pertenencia a Europa, algo que cumple a la perfección este conjunto arqueológico. «Una de las cosas que caracteriza a nuestro continente es la unidad dentro de la diversidad. También están los valores simbólicos europeos. En el propio Tratado de la Unión Europea se habla de la libertad de los ciudadanos, de la democracia, de los derechos humanos, etc. Itálica tiene mucho que ver con esto porque en época de Adriano se alcanza el apogeo del imperio y Adriano es el primer emperador que inaugura una nueva manera de gobernar en la que los habitantes del imperio dejan de ser súbditos de Roma para pasar a ser sujetos activos».
En ese sentido, Muñiz destaca que Adriano promueve el mundo de las ciudades donde priman los valores que caracterizan al imperio romano. «Roma propuso una serie de valores que están en la base de Europa, como la importancia de la justicia, de forma que esa libertad hay que entenderla como la garantía individual de que existe una ley a la que yo me puedo remitir para que cuiden de mí como individuo. Esto es algo que se promueve particularmente a partir de la época de Adriano». También está el valor de la democracia. «Roma nunca fue una democracia, sin embargo, en las ciudades de la época antonina se votaba a los gobiernos locales, algo que no hacían ninguno de los regímenes políticos del Mediterráneo de aquella época y que no se puso en marcha hasta el siglo XVIII o XIX. Igualmente desde Grecia se promueve el gran valor de la educación, que posteriormente extiende Roma. Itálica es una especie de tábula rasa en donde se plasman, se expresan y consolidan los valores que están en todo el imperio y que aquí se ven de forma clara. En esta ciudad tenemos la unidad en la diversidad, ya que hay materiales y modelos arquitectónicos que reproducen modelos de todo el imperio. Los mármoles con los que se construyen el templo de culto imperial y el anfiteatro son de colores y vienen desde Egipto, Asia Menor y Grecia. Las grandes esculturas de Venus, Trajano, Hermes y Diana están hechas de mármol de Paros, una isla griega, que era el mejor del imperio. En el teatro hay un templo de Isis que parece ser de época adrianea y que es otro reflejo de esa diversidad dentro de la unidad», subraya esta catedrática.



Asimismo, la catedrática dice que «la candidatura transnacional es muy importante porque encarna muy bien ese espíritu antonino, ya que en Atenas está todo un barrio que se conoce como el Barrio Adrianeo, que lo abre un arco que hizo Adriano que es precioso. Y a las afueras de Roma, en Tívoli, está la Villa Adriana, donde el emperador hizo una verdadera selección de todo lo que admiraba del imperio».
Por otra parte, señala Fernando Lozano que ambas candidaturas están «muy relacionadas entre sí» porque «haciendo un estudio de la lista de Patrimonio Mundial del periodo romano, la mayor parte de los elementos que están declarados dentro de esa categoría tienen que ver con el ejército y con el poder militar». Como ejemplos de dicho poder militar destacan el muro de Adriano y el del Danubio. «También la Vía Apia está en esa lista y es una muestra del poder tecnológico de Roma, además de tener un fin militar para la movilización del ejército. Igualmente sobresalen los faros, los puertos, etc. Es decir, que en la lista de Patrimonio Mundial, Roma está ampliamente representada, pero con los elementos del poder: el ejército, la tecnología, algunos elementos señeros, etc», añade el catedrático. Este prosigue diciendo que la candidatura de Itálica puede reflejar el conjunto de todos esos elementos y también una candidatura de carácter de civilización y de cultura. «El valor universal de Itálica radica en que era un centro ceremonial en el momento de máximo esplendor del imperio. Ese tipo de valor de espacio ceremonial lo tienen casi todos los grandes imperios dentro de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Destacan tanto en Japón como en China y en las culturas mesoamericanas, pero en el imperio romano los valores de lo ceremonial y de la cultura no están incluidos dentro de esa lista de Patrimonio Mundial. Y ahí es donde vamos a hacer la aportación más novedosa», aclara este experto en Roma.
En la parte inferior del anfiteatro hay una sala que servía de lugar de paso para el público que asistía a los distintos espectáculos. En ella se puede ver una gran hornacina en la había una escultura dedicada a la deidad más importante de Itálica, que podría ser el propio emperador. Los ciudadanos que asistían a los juegos gladiatorios podrían rezarle a esa estatua. Dicha estancia era un lugar de paso y distribuía el flujo de las personas. «La gente sabía perfectamente el lugar que le correspondía en las gradas. Los que ocupaban parte del gobierno de la ciudad tenían un espacio reservado. Eso mismo pasaba con el resto de los ciudadanos, las mujeres, los esclavos que tenían permiso para ir al anfiteatro, etc.», destaca Lozano. Este catedrático añade que «el momento de máximo esplendor para un aristócrata era cuando su gobierno local le decía que organizara las fiestas del año. La semana o semanas en las que había juegos de gladiadores era el punto culminante en la carrera de una persona».
Bronce jurídico de gran valor
Como muchas personas se endeudaban en exceso para la organización de todos estos fastos, cuarenta años después de Adriano, otro emperador, Marco Aurelio, tuvo que hacer una norma para legislar cuánto dinero se podían gastar los notables locales en juegos gladiatorios. En esa misma sala de la hornacina se expone una reproducción de la tabla de bronce que apareció en Santiponce que recoge esa normativa y cuyo original se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional. En esta hay un texto que indica cuánto podía pagar el ciudadano para organizar estos juegos en función de qué tipo de gladiador se quería contratar, y todo ello en relación a la importancia de la ciudad. Esa tabla de bronce es una de las dos copias que hay en todo el imperio de dicha ley imperial que refleja una decisión del Senado romano. «El hecho de que esa ley se publicara en Itálica es un indicativo de que las fiestas que se llevaron a cabo tuvieron que ser muy importantes», subraya este historiador.
Estos dos catedráticos resaltan que Itálica tendría en la época de Adriano entre 8.000 y 10.000 habitantes. El emperador construyó un anfiteatro en el que, según los últimos estudios, podrían entrar unas 35.000 personas. «¿Para qué construye un emperador un anfiteatro que podía acoger tres veces a los habitantes de la ciudad? Lo mismo ocurre con las termas imperiales, un complejo que tiene 32.000 metros cuadrados y que podía dar servicio a varias veces una ciudad del tamaño de la Itálica anterior a Adriano. Esa sobredimensión estaba sin explicar. Si se analiza el inmenso templo, la reforma del teatro, las termas, el anfiteatro, las avenidas, etc. dentro de esta nueva interpretación de gran ciudad ceremonial que es un proyecto imperial, entonces sí se entienden estas dimensiones. En el periodo en que duraran las fiestas imperiales, una o dos semanas, aquí vendría gente del norte de África y de toda Hispania», concluye Fernando Lozano.
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