Cultura
Guillermo Weickert: «Las condiciones de trabajo de un artista en España son especialmente duras»
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Sevilla
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Iniciar sesiónGuillermo Weickert (Huelva, 1974) acaba de recibir el Premio Nacional de Danza 2025 en la categoría de Creación por, según palabras del jurado, «la calidad y originalidad de su pieza de 2024 'Luz Sobre las Cosas', una coreografía fascinante en su uso de ... la luz y el espacio, que conecta con la percepción del cuerpo y la libertad».
Weickert, un trabajador de la danza desde hace casi treinta años, se formó como actor en el Instituto del Teatro de Sevilla y como bailarín en el desaparecido Centro Andaluz de Danza, que tantos nombres ha dado a la danza española.
-¿Alguna vez soñó con este premio?
-No, no me lo esperaba para nada, porque tampoco era algo a lo que yo le haya prestado demasiada atención. Y no quiero que suene lastimero, siempre me he sentido agradecido al público que me sigue, pero también me siento un 'verso suelto', porque he atravesado programaciones oficiales,y he hecho una carrera bastante 'off' e independiente, y por eso nunca pones la mirada en reconocimientos de este tipo. Dicho esto, estoy supercontento y agradecidísimo, sobre todo porque hay un equipo detrás de cada creador trabajando a destajo con ilusión y fe en el proyecto y es el momento de agradecérselo también a mi equipo del Mandaíto, que está superfeliz. Un proyecto de creación sin una productora detrás y cabezas pensantes de amigas sería imposible.
-Usted estudiaba para actor, pero luego apareció la danza.
-Mi primera fecha como bailarín fue en un certamen coreográfico al que me presenté con Manuela Nogales todavía estudiando interpretación en el Instituto del Teatro, pero hicimos un taller coreográfico dentro de la asignatura de expresión corporal y pantomina con Nogales, y ahí empecé a tomar clase con ella. Al año nos presentamos al Certamen Coreográfico de Madrid, en el que por casualidad estaba Ruy Horta de presidente del jurado, alguien que ha sido muy importante en mi carrera. Horta invitó después a Manuela Nogales a Frankfurt con su compañía y allí estuvimos un verano dando clases con él.
-Su encuentro con Ramón Oller en Sevilla en 1996 sería otra fecha decisiva.
-Totalmente. Oller llegó incluso antes de crearse el Centro Andaluz de Danza. Venía para dar unos talleres de creación coreográfica que organizaba Juan Antonio Maesso, entonces director del Festival de Danza de Itálica. Hice audiciones y Ramón me escogió. Yo acababa de descubrir el mundo de la danza y estaba fascinado, y esa es para mí la fecha de empezar a bailar. Bailaba en el escenario y me formaba simultáneamente.
-En estos casi treinta años de carrera, ¿ha habido mucha travesía del desierto?
-Me considero muy afortunado porque, aunque trabajar en artes escénicas y en creación y danza en Andalucía y España a veces es especialmente duro, en mi caso las cosas han ido muy fluidas. Nunca he tenido que trabajar en algo que no sea relacionado con las artes escénicas. Soy muy afortunado. Y echando la vista atrás, cuando las cosas no han estado fáciles, ha sido cuando me he metido en el estudio a investigar, a hacer proyectos con otros artistas, y lo hacíamos a fondo perdido, sólo con la motivación de la creación sin responder a ninguna llamada externa. Y esos momentos son de los que he tirado cuando las cosas han ido más deprisa. Claro que ha habido altos y bajos, y a veces no llegabas a final de mes para pagar las facturas.
-Entiendo que nunca ha tenido ganas de tirar la toalla.
-No, no, por desesperanza no, nunca. Yo creo que también mi formación en el Instituto del Teatro y crecer en Andalucía, donde la creación no es fácil, te enseña a ser un corredor de fondo y a no arrugarte por las condiciones externas. Si tienes algo que contar, ganas y motivación, lo tienes que hacer. Y a eso nos prepararon psicológica y técnicamente muy bien para sobrevivir esa 'travesía del desierto'.
-¿Qué momentos han señalado su trayectoria?
-Siempre he señalado varios ejes. Gracias a Ramón Oller me fui con una beca a Barcelona a su compañía, y luego allí trabajé con muchos coreógrafos. Eso fue en el año 1998, pero el impulso fue de Ramón Oller y también de Mercedes Boronat, que participó en los talleres de creación coreográfica en Sevilla. En el 2001 me voy a Portugal con Ruy Horta a su compañía y genero relación con su centro coreográfico, que luego con el paso del tiempo me ha apoyado en todas las creaciones. Y hay otro momento muy importante en 2004 gracias a Laura Kumin, persona fundamental en la danza de nuestro país y en el desarrollo de los creadores. Ella me encargó hacer un solo dentro de un programa muy complejo pero muy bonito que era un autorretrato coreográfico. Pasan muchas otras creaciones, hasta 'Material inflamable', un solo que fue también un punto de inflexión.
-Y en 2013 estrena 'Lirio entre espinas' en el Festival Internacional de Danza de Itálica.
-Ese espectáculo fue increíble y tengo un recuerdo excepcional, a la vez que muy duro, porque fue la primera vez que estaba en una coreografía fuera, sin bailar. Tengo un recuerdo artístico maravilloso, duro en cuanto a gestionar el grupo, pero también supuso un aprendizaje trabajar el lenguaje coreográfico. Fue el último regalo que me hizo Juan Antonio Maesso, que también es una persona importante en mi carrera, empezando por los talleres de creación coreográfica. Ese era de sus últimos años al frente del Festival de Itálica. Además, nos dio la oportunidad de abrir San Isidoro del Campo como sede del festival. Hay mucha gente a la que tengo que agradecer mirando hacia atrás: Maesso, las chicas del Mandaíto, Manolo Llanes al frente del Teatro Central...
-Como creador también ha realizado espectáculos de circo y cabaret burlesque, por ejemplo para 'The hole', que montó Paco León.
-La oportunidad de trabajar con artistas de lo más variado con formación de circo o cantantes, y hacer un cabaret para mí fue una oportunidad gordísima y cuando se cumplieron diez años hice la coreografía de 'The hole X' . Eso fue como cerrar un círculo precioso, porque me volví a encontrar con aquellos artistas que tenían un recorrido ya más largo. Me encanta hacer este tipo de creaciones para un espectáculo tan visual.
-¿La creación y la interpretación en usted son indivisibles?
-Y yo añadiría la docencia, para mí es un triángulo que se retroalimenta y es importantísimo. Siempre digo que al ser intérprete, cuando me coloco como director o coreógrafo, tengo la visión desde dentro del intérprete y lo que gusta es construir espectáculos que son un viaje, que se leen a través del bailarín no tanto desde lo coreográfico, y la docencia me ayuda a sistematizar y a transmitir cómo preparar a esos intérpretes. Yo hoy en día trabajo como bailarín con Baro de Vel y al mismo tiempo estoy aprendiendo.
-¿Cuándo las artes escénicas dejarán de ser precarias en España?
-Tenemos mucho trabajo que hacer, el trabajo sigue precarizado. Todo ese magma de salas independientes que van desapareciendo porque no pueden seguir creo que precariza aún más al sector. Eso era una base de subsistencia que ahora no hay. Ahora, o estás en un montaje grande o te arriesgas con tu propio dinero. Te das cuenta si trabajas en países como Francia, donde todo funciona de otra manera. Nosotros tenemos cosas buenas que hay que poner en valor, pero lo que son las condiciones dejan mucho que desear. El Estatuto del Artista, por ejemplo. Las condiciones del artista en España son especialmente duras.
-El cuerpo de un bailarín es su herramienta de trabajo. ¿Aún le responde bien?
-Estoy muy agradecido porque he tenido algunas lesiones fuertes, pero he tenido detrás un equipo de osteópatas, profesores de yoga y de Feldenkrais que me han ayudado con mi cuerpo. Sigo trabajando al límite y acabo de cumplir 50 años y ahora una parte de tu carrera es aprender a soltar esa pasión por la intensidad y el riesgo físico, porque se paga una factura. No hay ningún bailarín de largo recorrido que no diga que no existe un precio alto. Pero también las lesiones te enseñan a explorar otros campos, y eso es bueno. Estoy trabajando en reconciliarme con mi cuerpo en escena, un cuerpo que ahora aporta otros elementos, sabiduría, humanidad y experiencia.
-Se ha llevado muchos años fuera de Andalucía, pero siempre volvía de alguna u otra forma. ¿Era una necesidad?
-En el 2007 falleció mi padre y, consciente de que el tiempo de mi madre no sería eterno, aprovechando que trabajé con Isabel Vázquez en 'Infame' y que hice el 'Perlimplín' de Álvarez Ossorio en la sala la Fundición, decidí volver a Sevilla, y desde entonces tengo la base en Sevilla. Siempre me he sentido muy andaluz. No me importaría vivir en Huelva si estuviera mejor comunicada, pero vivir en Sevilla lo tengo clarísimo que me da centro y estabilidad. Ahora, es verdad que el número de días que paso al año aquí es poco. Me encantaría trabajar más en Sevilla, algo que no ha sido posible, quizás sea el objetivo de esta nueva etapa. Y además, tenemos suerte por todos los años que hemos tenido ese Teatro Central dirigido por Manuel Llanes, que te hacía no tener que viajar al extranjero para ver las vanguardias del mundo en casa. Vivimos en un sitio que tiene una enorme potencialidad. Pero sí, estar cerca de mi red de afectos es importante.
-¿Qué asignatura pendiente le queda?
-Me gusta mucho la gestión cultural y los proyectos artísticos. Siempre tengo en la cabeza hacer un Centro de Creación y ha habido ya iniciativas en ese sentido como cuando hicimos La Penca con Laura Lizcano. Me parece importante que los artistas, cuando tenemos premios como éste, aprovechemos para construir una red que perdure en el tiempo y ayudar a otros artistas jóvenes a desarrollar su carrera, generar espacios de trabajo y de investigación sin estar sujetos a un mandato político o de la vida profesional del artista que la crea. Ya estoy trabajando en cómo y dónde realizar este tipo de proyectos.
-Y que desaparezcan festivales como el Mes de Danza o el Festival Escena Mobile y no pase nada.
-Este es un tema terrorífico. Claro que hay cosas que pueden tener un ciclo porque la persona que lo crea decide cerrarlo, pero no porque las condiciones lo hagan imposible, y para mí es terrible que desparezcan, pero que no estemos organizados como sector y luchar por algo que es nuestro. Debemos hacer autocrítica y reflexionar, y no dejarnos llevar por este individualismo que parece que tienes que hacer tu carrera, y ya está. Necesitamos programaciones, festivales, salas pequeñas, grandes, etc. Esa conciencia de comunidad escénica me ha preocupado mucho, por eso tengo ese proyecto de Comunidad Escena. Hay que decir que no estamos solos para que todo el sector avance.
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