Un solo cura para dos parroquias

Pero no son casos únicos. Ni infrecuentes. A lo largo de la historia, la geografía parroquial ha seguido un movimiento continuo de sístole y diástole: segregando parroquias cuando aumenta el tamaño de la población atendida y fusionando o reagrupando feligresías cuando declinan los fieles o escasean los sacerdotes. En los últimos tiempos, ambos fenómenos se solapan. Lo que define canónicamente a la parroquia es el libro, donde se anotan bautizos, matrimonios y defunciones de la feligresía. Hay casos en los que se ha unificado y otros en los que se mantienen libros diferentes aunque puestos bajo el cuidado de un mismo párroco.

Según el rastreo que ha hecho ABC basándose en la documentación oficial de la archidiócesis, hasta 46 párrocos atienden más de una parroquia o una parroquia con dos templos o que históricamente la formaban dos feligresías ahora integradas. La casuística es muy variada. Sin ir más lejos, en Dos Hermanas, hay una parroquia recién erigida a la espera de construir el templo (San José en la barriada de Las Infantas) mientras un mismo cura pastorea las comunidades parroquiales del Divino Salvador (pegada al Cerro Blanco) y del Ave María y San Luis, erigida a primeros de los años 60.

La mayor cifra de párrocos que tienen que desdoblarse se da en la capital, donde el Centro (las 24 collaciones del repartimiento fernandino tras la toma de la ciudad) vive una contracción del número de feligreses. Así, están reunidas (como coparroquias) San Román y Santa Catalina; San Julián y Santa Marina; San Nicolás y Santa María la Blanca; San Pedro y San Juan de la Palma; San Andrés y San Martín; San Bartolomé y San Esteban. Mención aparte merece San Isidoro y San Ildefonso, a la que se agregó 'in illo tempore' Santiago.

En barriadas de la periferia también se da este fenómeno. San Jerónimo y Nuestra Señora del Rosario están puestas bajo el mismo párroco; Blanca Paloma y Candelaria, a cuyo frente están el deán de la Catedral Francisco Ortiz y Manuel Sánchez; y las dos de Torreblanca (Inmaculado Corazón de María y San Antonio de Padua), confiadas a los jesuitas; así como la del Sagrado Corazón de Jesús y el Dulce Nombre de María (para la que se desechó un nuevo templo), en Bellavista.

El declive de la feligresía también se evidencia en otros casos de la provincia con parroquias de raigambre (dedicadas a patronos o santos de devoción antigua) en los cascos históricos de localidades como Carmona con la prioral de Santa María y San Bartolomé; Estepa con Santa María y San Sebastián; Marchena con San Juan y San Sebastián; Lora del Río con Nuestro Padre Jesús y San Sebastián; Morón con San Francisco y San Miguel; o Écija, donde Santa María y Santa Bárbara comparten párroco y San Gil y San Juan Bautista por su parte.

En las sierras de la provincia es donde mayor concentración de párrocos con más de una feligresía a su cargo se detecta. El envejecimiento poblacional y la escasa demanda de vida sacramental están en el origen de estos desdobles. Así, El Rubio y Marinaleda; Pruna y Algámitas; El Saucejo y Villanueva de San Juan; Martín de la Jara y Los Corrales; Coripe y San José de Morón; Herrera y el núcleo aislado de Isla Redonda, perteneciente a Écija, todas en la Sierra Sur tienen que conformarse con compartir párroco.

En Sierra Morena sucede con El Madroño (el municipio más pequeño de Sevilla) y El Castillo de las Guardas; El Garrobo y El Ronquillo; San Nicolás del Puerto y Alanís de la Sierra; El Real de la Jara y Almadén; Peñaflor y San Isidro de Lora del Río.

Otras veces, se pone bajo un mismo presbítero la parroquia principal del pueblo y la de alguno de sus núcleos poblacionales diseminados. Tal sucede con Isla Mayor y el poblado de Alfonso XIII; Alcalá del Río y Esquivel; Burguillos y San Ignacio del Viar; Badolatosa y Corcoya; o Guillena y Las Pajanosas.

También combinando términos de dos municipios administrativos por proximidad como Villaverde y El Viar; El Palmar de Troya y Guadalema de los Quinteros; o Alcolea del Río y Guadajoz. O parroquias de un mismo pueblo que vivió tiempos mejores como Villanueva del Río y Minas donde las feligresías de San Fernando y de Santiago comparten cura.

En el Aljarafe, hace tiempo que se unificó la parroquia de Santiago (los colorados de la Plaza) con la Purísima Concepción (los chorreones de la calle Real), pero otras reuniones son más recientes como en Camas, San Juan de Aznalfarache o Umbrete y Espartinas, encomendadas a los franciscanos del convento de Loreto.

Mención aparte merece el caso de Las Cabezas de San Juan. Su párroco hasta ahora, Marco Antonio Fernández Rodríguez, combinaba las feligresías de San Juan Bautista y San Roque además de la parroquia de San Pablo en el poblado de colonización de Trajano. A partir de septiembre, Moisés Benavides Fernández, recién ordenado, asumirá esta última descargando de trabajo al párroco cabecense.