Iglesia en Sevilla
Un círculo que grita en silencio
La archidiócesis impulsa esta acción de sensibilización en favor de los migrantes
El último viernes de cada mes (salvo julio y agosto), se reúnen en la Plaza Nueva
Reclaman una política migratoria que «no sea de muerte, al menos, segura»
Sevilla
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Iniciar sesiónA este círculo de silencio le cuadra clamar en el desierto de la indiferencia hacia los migrantes con un grito profético. Pero no hay voces, ni consignas, ni proclamas. Tan sólo el testimonio comprometido de cristianos denunciando las injusticias con los migrantes y los ... refugiados y anunciando el Reino de Dios. En Sevilla, la cita es cada último viernes de mes (salvo julio y agosto) en la Plaza Nueva. Anoche fue el postrero de este curso pastoral.
Porque se trata de una acción pastoral bendecida por los prelados de la archidiócesis e impulsada por el secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española (CEE) para que la Iglesia se involucre en este campo. Salvador Diánez, responsable como vicario episcopal de Pastoral Social de Sevilla, propugna «políticas migratorias que no sean de muerte, que al menos sean seguras en el tránsito y en la llegada», en línea con la exhortación de la CEE de mayo: «No es tolerable que se siga dejando morir a las personas en las fronteras o en su intento de cruzarlas».
La idea inicial de juntarse en corro sin vociferar surgió en Toulouse en 2007 de la mano de una comunidad de franciscanos, para denunciar la situación de los inmigrantes en aquella ciudad francesa, con una gran tradición de acogida pues a ella se dirigió principalmente el exilio republicano español al término de la Guerra Civil.
«La protesta en silencio llama la atención», reconoce Diánez, que recalca la labor que les compete: «Sembrar semillas del Reino». En estos 17 años se ha ido extendiendo por ciudades de toda Europa como una voz profética para «no sólo denunciar las injusticias, sino también para anunciar a Jesucristo». En España, se trata de una «acción diocesana común» que en Sevilla se institucionalizó, después de la pandemia, reservando el último viernes de cada mes.
«No deberíamos considerar migrantes a los que ya están instalados en el destino, sino vecinos. Sin embargo, los seguimos catalogando así e incluso a sus hijos», denuncia el vicario de Pastoral Social, quien se muestra crítico con las administraciones: «Reconoce, asume y permite que los migrantes estén malviviendo en nuestro país casi tres años como mínimo» en el caso de pedir la naturalización por arraigo. «¿Cómo estamos acogiendo?», reflexiona en voz alta.
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Como señala el vicario Diánez, se trata de una llamada de atención tanto hacia la sociedad civil y las administraciones públicas como hacia dentro de la Iglesia para abrir caminos de acogida a personas que «en sus países eran líderes en sus comunidades parroquiales y, sin embargo, aquí no se sienten acogidos».
Mes a mes, la vicaría de Pastoral Social invita a parroquias o movimientos de la Iglesia hispalense para que se encarguen de la organización y la animación de esa actividad. Así se ha hecho, por ejemplo, con la parroquia de Nuestra Señora de la Salud en la Macarena o las Hermandades Obreras de Acción Católica (HOAC). Poco a poco, los círculos han ido ganando en asistencia y lo normal es que la afluencia oscile entre ochenta o cien personas con una proporción numerosa de fijos que repiten cada mes. El de ayer se centró en los refugiados porque el pasado 20 de junio fue su día internacional.
«Nos queda mucho camino por recorrer porque muchas veces quitamos del centro a Jesucristo y ponemos nuestras ideologías y no se trata de eso. No hacemos política en los círculos de silencio, tratamos de anunciar el Evangelio, es importante tenerlo en cuenta en medio de tantos ruidos de tantos sitios que muchas veces, sin querer, desplazamos el mensaje evangélico que es el que nos corresponde», sostiene Salvador Díanez, párroco él mismo de San Pío X en las Letanías.
Se invita a todas las entidades civiles y eclesiales a unirse a esta acción pastoral y muchas veces se han sumado inmigrantes de otras confesiones, lo que favorece el diálogo ecuménico (entre cristianos) y el interreligioso como espacio para propiciar «lugares de encuentro». La delegación de Pastoral Social tiene asumida la sensibilización a la sociedad en su conjunto y la coordinación y el acompañamiento a migrantes pero no los recursos para éstos, que de ordinario proporcionan las Cáritas parroquiales y la diocesana.
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