Nochebuena con los 523 indigentes de Sevilla

No quiere fotos. Tiene orgullo. «¿Tú crees que yo soy feliz viviendo así?». Guarda con celo su historia, pero en su conversación se atisba una familia rota y el garfio del alcohol . Habitualmente acude al comedor de San Juan de Acre, impulsado por la Orden de Malta en la calle Mendigorría, lejos de su zona de acción, para poder darle movimiento a la cuchara. En la cola se topa con hasta 200 «compañeros de viaje» que comen caliente cada día gracias la labor los 18 voluntarios que tiene esta institución trabajando para las personas sin hogar sin faltar ninguna fecha. Esta noche también estarán. Y Antonio piensa pasarla allí. Habitualmente les ameniza la cena de Nochebuena y coro de campanilleros . «Un año vino el Lombo, que es voluntario en la cocina, y nos cantó unos pocos de villancicos», recuerda Antonio.

La cena se da temprano en los comedores sociales, en torno a las siete de la tarde, para que los voluntarios puedan ir después con sus familias. El de San Juan de Dios, en la calle Misericordia , también atiende a unas 150 personas. No hay descanso para el voluntariado porque actualmente hay censados en Sevilla 523 indigentes. Casi todos se encuentran en las mismas circunstancias que Antonio. No tienen familia, viven de la caridad de los sevillanos y del trabajo callado que hacen principalmente las hermandades a través de su obra social. El reparto de bolsas de comida estos días ha sido frenético en algunas como la Macarena o el Gran Poder. Las cáritas parroquiales de los barrios más desvaforecidos no dan abasto . Y el Banco de Alimentos ha llevado a cabo la operación 'Gran Recogida' con casi 4.000 voluntarios para abastecer a las miles de familias que necesitan auxilio en Sevilla. En muchas casas de la ciudad habrá esta noche una cena frugal . Pero la situación más compleja es la de los vagabundos, para los que esta Pascua de la Natividad no merece ninguna celebración extraordinaria en la mayoría de los casos. Sin la labor de las instituciones sociales, su Nochebuena sería una mala noche más.

Luis deambula con Antonio por el Arenal durante el día, pero de noche suele ir a un centro de acogida del Ayuntamiento. Habla poco, no quiere ser objeto de ningún reportaje, pero suelta algunas perlas: «No quiero salir porque estoy así por mi culpa». No es el caso de todos. También hay vagabundos que han llegado a la miseria por circunstancias ajenas. Muchos fueron atendidos por los servicios municipales durante la pandemia para garantizar su confinamiento en pabellones. Aquello fue como las ayudas de los Erte a los trabajadores. Pasó. Y ahora han vuelto a la normalidad por las calles de la ciudad. Hay zonas que son verdaderos dormitorios al aire libre en cuanto se pone el sol. El mercado del Arenal es el lugar más conflictivo, pero hay otros muchos: la Plaza Nueva, el Museo, el Pumarejo ... Ayer estaba en la Magdalena haciendo flexiones sobre un cartón Francisco Javier. A su vera tenía un carrito de supermercado con todos sus enseres. Nos acercamos. «No quiero hablar, déjeme en paz, por favor». A continuación hizo otra tanda de diez. Está en forma, aparentemente limpio y centrado. Un comerciante de la zona lo disculpa: « Tiene una historia fuerte y está peleado con el mundo , pero es muy deportista y se cuida bastante, suele comer gracias a lo que le aportan los vecinos». Ese es su plan también para esta noche. Luis, en cambio, se unirá al grupo de 170 comensales que el Ayuntamiento recibirá en sus centros de acogida y albergues. El menú es muy bueno. Habrá langostinos de entrante, consomé de crema de calabaza con daditos de queso como primer plato y ragout de pavo con setas y orejones con patatas duquesa y pastel de merluza y marisco con salsa del piquillo (para las personas que no comen carne) como segundo plato. El postre será una tarta de crema catalana.

En estos centros también hay prevista una fiesta tras la cena con mantecados, música y karaoke entre las ocho de la tarde y las 12 . Se repartirán mascarillas para todos para controlar el estricto cumplimiento de las normas sanitarias. Y mañana también habrá comida especial de Navidad. Los entrantes serán un plato de chacina variada (chorizo y salchichón ibérico, queso y jamón y empanada de atún y queso para las personas que no comen carne), crema de marisco de primero y, de segundo, solomillo con salsa de cebolla caramelizada con patatas panaderas . Para los que no comen carne, cous-cous salteado con dátiles y frutos secos. Y de postre, tarta de arándanos. Después verán una película y jugarán al bingo.

Antonio no quiere saber nada de todo esto. Prefiere ir a comer a la calle Mendigorría y después pasear por la ciudad vacía hasta llegar a los soportales. Pero en su camino no sólo se cruzará con otros indigentes. El trasiego de las misas del Gallo se diluirá y después sólo quedarán por Sevilla los voluntarios del proyecto Lázaro , una iniciativa que se lleva a cabo desde las parroquias de San Vicente y San Sebastián, en el Porvenir, para acompañar de noche a los 'sin techo' y ofrecerles comida . Las personas que forman parte de este proyecto trabajan desde el más absoluto anonimato, pero esta noche estarán en distintos rincones de la ciudad celebrando el Nacimiento de Jesús a la intemperie y cantando villancicos con los que no tienen a donde ir.

Gracias a todos estos voluntarios que renuncian a estar con sus familias y a los excesos de una cena cara y frondosa en el calor de sus salones, los indigentes de Sevilla tienen una oportunidad de celebrar algo en sus vidas. Antonio lo agradece sin rodeos: «Los que trabajan en el comedor son ángeles y yo soy un demonio, lo reconozco» . En lo segundo no tiene razón. A poco que uno se para a hablar con él descubre que en sus carestías hay muchas razones que no se le pueden imputar, que nunca se sabe lo que la vida nos deparará en la siguiente esquina y que a veces el inferior es el que da, no el que recibe. Cada uno de los 523 indigentes censados en Sevilla tiene una historia. No podemos contarlas todas porque la mayoría ni siquiera sabe la combinación de la caja fuerte en la que guardan la suya. Tampoco se trata de ponerles el foco a ellos, que no tienen por qué ser culpables de sus destinos, sino a quienes en estas fechas tan señaladas dejan sus casas y sus lujos para trabajar por los demás a cambio de nada . Sevilla tiene los tres barrios más pobres de España y seis de los 15 más degradados de Europa. Si no fuese por la labor de las hermandades, las parroquias, las entidades sociales y los centros de acogida , la Natividad del Señor no podría celebrarse aquí como mensaje de salvación. Así que esto va por todos los ángeles callados de la ciudad. Felices Pascuas.