«Es increíble que haya titulados en blues y soul y no de flamenco, uno de nuestros artes más importantes»
Francisco Cuadrado, vicedecano de Ciencias Sociales de la Universidad Loyola, explica el nuevo grado que pondrá en marcha en Sevilla en septiembre y del que saldrán los primeros graduados universitarios del mundo en flamenco
Jesús Álvarez
Francisco Cuadrado es el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Loyola Sevilla y artífice del nuevo grado de Flamenco que se podrá cursar en esta institución académica a partir del curso próximo. Es experto en creación musical y ... sonora para medios audiovisuales y ha cursado estudios musicales en el onservatorio Superior de Sevilla y de música electroacústica en la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina). Desde 1996 desarrolla su carrera profesional como compositor, diseñador de sonido y productor musical para cine, televisión, exposiciones y museos, teatro, danza y producciones discográficas. He trabajado en más de 80 proyectos para Universal Music, TVE, Canal Sur TV, Lotus Film, Nickel Odeon Dos, Flamenco Vivo Records, Nuevos Medios, Acciona Producciones y Diseño, Halle Academy of Media Arts, Fundación Barenboim-Said, la Agencia Andaluza del Flamenco, el Centro Andaluz de Danza o Cámara Negra Teatro.
¿Cómo se les ocurrió darle al flamenco el tratamiento de una carrera universitaria?
El proyecto surge para poner en valor el flamenco como patrimonio inmaterial de la Humanidad. Es una de nuestras expresiones artísticas más importantes y mientras que en otros países y otras culturas esas formas de expresión propias sí se estudian en las universidades (el blues o el soul en Estados Unidos) como cualquier otra titulación, nos parecía increíble que aquí no. Faltaba ese carácter universitario en España a algo con tantísimo valor como el flamenco.
Hay universidades con programas y asignaturas de flamenco.
Sí, pero orientados hacia la flamencología y la antropología del flamenco, pero nos parecía que las técnicas de baile, de cante, de guitarra, merecían ese status universitario. Un creador audiovisual puede estudiar en la Universidad, un pintor también, tenemos estudios universitarios de artes escénicas y de interpretación, ¿por qué no los vamos a tener del flamenco con el valor internacional que tiene? Eso fue lo que nos animó a sacarlo adelante. Sabíamos que si no se hacía aquí, nadie de fuera lo iba a hacer por nosotros.
Es el primer grado universitario de flamenco que existe en España y, posiblemente, en el mundo. ¿Por qué Loyola ha elegido Sevilla?
Sevilla es una de las cunas del flamenco y siempre se ha hablado del famoso triángulo del flamenco y Sevilla es uno de los vértices de ese triángulo. Por ser la capital, ha tenido más oportunidades de visibilizar el flamenco. Tenemos la Bienal, que es un foco de atención muy importante y de atracción internacional. Todo eso ha hecho de Sevilla el lugar ideal para implantar este grado. Podría haber sido Cádiz pero Sevilla creo que es un lugar ideal y Loyola ha apostado por hacerlo aquí.
¿Cuál es ese famoso triángulo del flamenco?
Quizá Jerez-Cádiz-Sevilla, pero también se habla del triángulo Cádiz Sevilla, Huelva. También hay gente que habla de Málaga. Cada purista te va a decir una cosa diferente pero creo que el Suroeste es la zona sobre la que hay más consenso respecto a la cuna del flamenco en España. No podemos olvidar que este arte proviene originariamente de los gitanos nómadas que venían de Europa del Este y que se ha enriquecido también con los viajes de ida y vuelta a Latinoamérica. Tiene una riqueza extraordinaria.
¿Los alumnos que hagan este grado serán del mismo perfil que los del resto de titulaciones de Loyola?
Somos conscientes de que los alumnos que quieran hacer este grado de flamenco pueden necesitar un apoyo extra y en esto tenemos ya una experiencia previa con la Fundación Heeren, que favorece y apoya este talento.
En las Tres Mil, uno de los barrios más pobres de España, se vive el flamenco de una manera acaso única. Muchos futuros alumnos de este grado podrían proceder de allí.
Ya tenemos alumnos del Polígono Sur y de las Tres Mil estudiando otros grados en Loyola gracias a un acuerdo con la Fundación Lalalá. Nuestra universidad tiene su propio sistema de becas dotado con más de un millón de euros que se centra precisamente en ayudar a las personas con talento que no tienen recursos económicos con la máxima de que nadie se quede sin estudiar por una cuestión de dinero.
Históricamente se ha asociado el flamenco a la marginalidad y al analfabetismo. ¿Se podrá acabar con esa imagen anacrónica y distorsionada con una carrera universitaria?
Se ha tenido esa percepción de marginalidad del flamenco en gran medida por la forma de transmisión cultural que ha tenido. Ha sido una transmisión oral, muy familiar. El flamenco siempre se ha aprendido dentro de las familias, dentro del contexto en que se producían esas manifestaciones artísticas. La música clásica, como se hacía en los conservatorios, y se podía escribir, no ha tenido esa percepción de marginalidad.
¿Esa percepción de marginalidad que aún perdura en algunos lugares se tiene también fuera de España?
No. En otros países no tiene esa percepción peyorativa o negativa de marginalidad. Existen muchos doctores y titulados universitarios que han hecho su tesis sobre el flamenco y que bailan y cantan flamenco. En nuestro programa de doctorado tenemos profesores que hacen flamenco y que son doctores e investigadores que tienen sus estudios universitarios. Tenemos que matizar esa percepción del flamenco.
La norteamericana Cristina Heeren les ha allanado mucho el camino.
Sí. Una alumna de la Fundación Cristina Heeren nos dijo que le íbamos a dar un estatuto al flamenco que los artistas reclamábamos desde hace muchos años. El caminar juntos con Cristina Heeren ha sido fundamental. Iniciamos nuestro noviazgo profesional con ella y su fundación hace cuatro años. Lanzamos un primer diploma en baile flamenco orientado ya al futuro grado. Las asignaturas de ese diploma se pueden convalidar porque en la mente de todos nosotros estuvo este grado universitario desde el principio.
Se hicieron novios hace cuatro años y ahora se han casado.
De Cristina Heeren y su fundación nos llamó la atención su seriedad, su exigencia, el rigor y el grado de detalle con el que tenían planteados todo el abordaje de la enseñanza del flamenco. De una manera muy sistemática, muy precisa y muy rigurosa. Es algo que nos llamó la atención y por eso decidimos acompañarles porque vemos que hay una sinergia. Coincidimos con Cristina Heeren en muchos puntos de vista pedagógicos sobre el flamenco.
El impacto emocional de la música en los niños puede ser relevante. ¿Qué conclusiones arrojaron los estudios al respecto que ha hecho la Universidad Loyola?
Que estar oyendo una determinada pieza de música o trabajar con un entorno sonoro adecuado ayuda mucho a la concentración y a generar un impacto emocional en los niños. Llevado esto al terreno de la educación y de la terapia para personas con necesidades educativas especiales, hemos visto que puede tener un impacto muy positivo. Una narración sonora, un podcast, mejora la respuesta mental en los niños y favorece su capacidad para redactar. Ese sonido envolvente mejora, por ejemplo, el nivel de comprensión lectora en inglés.
¿El grado de música que van a poner en funcionamiento en septiembre irá en competencia con los grados del conservatorio?
Será complementario. No va a competir para nada con el conservatorio. La formación que se da allí se centra principalmente en la formación de intérpretes musicales y la nuestra va en un sentido completamente diferente. De hecho no hay ninguna asignatura de instrumentos, de piano, violín o ningún otro grupo. Nosotros vamos a formar a futuros creadores, compositores, arreglistas, orquestadores, productores musicales, diseñadores de sonido. Contaremos con grandes profesionales que están trabajando a nivel nacional e internacional tanto en el grado de flamenco como en el grado de producción musical.
¿Una universidad sin arte es una universidad incompleta?
El arte está en el ADN de los jesuitas. El arte siempre ha sido para ellos una herramienta educativa y siempre han estado presentes desde las antiguas misiones. Sentíamos esa responsabilidad social porque una universidad sin arte no es, en efecto, una universidad completa. Esta línea de arte está muy conectada con el valor de la justicia social que puede tener el arte, más allá de desarrollar carreras profesionales y poder hacer un uso social de las artes. El arte puede ayudar a visibilizar un problema social y eso nos gusta.
El rector de la Loyola Sevilla, Gabriel Pérez Alcalá, se formó en universidades centroeuropeas donde a la música se le da un valor e importancia muy superior a la que recibe en España. ¿Puede tener algo que ver esa experiencia con la aprobación final de estos grados?
Por desgracia, la música está muy marginada de los planes educativos en España, a diferencia de Austria, Alemania y toda Centroeuropa. Seguimos con ese sistema educativo decimonónico de formación industrializada. No obstante, hay zonas como el Levante donde sí hay más tradición musical pero más por la tradición cultural de la región que por los planes educativos. En Andalucía el flamenco es algo que siempre ha estado presente en nuestra cultura pero eso no se ha trasladado al ámbito educativo. Y lo hemos echado en falta.
Las humanidades también se están marginando de los planes educativos.
Hemos ido evolucionando por desgracia hacia un utilitarismo de la educación. Se tiende a lo que piensa que va a ser útil cuando no sabemos las profesiones futuras ni la utilidad real de ese conocimiento. Las futuras profesiones aún no están inventadas y en este sentido los grados de arte apuestan por eso. Una tercera parte de la formación de esos dos grados de flamenco y producción musical tiene una base troncal con formación en ciencias sociales y humanidades. También la retórica, la comunicación escrita y la filosofía. Son conocimientos que amueblan bien la cabeza de esos futuros profesionales, independientemente de a lo que se vayan a dedicar. Indudablemente un artista, trabaje donde trabaje, necesita ese background, ese conocimiento del mundo y general de todo lo que le rodea.
Tenemos al sevillano Alfonso Casado dirigiendo musicales en Londres. ¿Es bueno el nivel de los músicos españoles?
Sí, tenemos una calidad de músicos muy grandes, pero no nos lo creemos. En España tenemos un cierto complejo de inferioridad. Tenemos mucho talento, invertimos mucho en formar ese talento que luego se va fuera como es el caso que cita de Alfonso Casado, un director fantástico. Como no le damos ese reconocimiento, otros países que sí saben valorarlos se los quedan. La gestión del talento es una de las asignaturas pendientes de nuestro país.
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