Crisis del coronavirus
El comercio histórico de Sevilla, como en tiempos de la posguerra
Las tiendas históricas no han vendido desde el lunes. La mayoría, que no conoció nada igual, tiene un futuro incierto
Mercedes Benítez
Los comercios históricos pueden presumir de haber pasado por muchas vicisitudes a lo largo de su existencia. Los más veteranos, incluso recuerdan, tirando de los antiguos libros de contabilidad de la empresa, lo que supuso para el negocio la crisis que siguió a la ... Guerra Civil , aquellos duros años en que las ventas se desplomaron porque no había demanda y la oferta, con el bloqueo obligado por la contienda mundial, también se hundió.
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Los pequeños comercios, muchos de ellos históricos ya a están abiertos . Aunque algunos han decidido esperar aún unos días, muchos locales del centro ya están abiertos. ¿Cómo están enfrentándose a esta alerta sanitaria que ha provocado un tsunami económico? La respuesta podría resumirse en una frase pronunciada ayer por Javier Canales, propietario del comercio que lleva su nombre, abierto en Sevilla desde el año 1957. « La guerra ha sido mala pero ahora viene lo peor, la posguerra» , admite.
Esta histórica tienda de tejidos, ahora en manos de la tercera generación, abrió el pasado lunes sus puertas tras dos meses de cierre. Sin embargo, aún no se han estrenado en ventas . Algo lógico, si se tiene en cuenta que la mercancía que ofrecen va destinada a fiestas, ferias y celebraciones y que todas estas o se han suspendido ya o no podrán hacerse. Por eso su propietario, que de momento sólo abre por las mañanas, es poco optimista. «Para mi la temporada de este año ya se ha acabado», advierte.
Pese a todo ha puesto en marcha las medidas higiénicas y, de momento, sólo está él mismo en el pequeño local de la calle Álvarez Quintero en el que tienen el dispensador de hidrogel en la puerta. Como además se trata de un local pequeño, de unos 50 metros cuadrados, sólo podrá atender a dos personas a la vez dentro de la tienda, aunque, de momento, está el sólo y únicamente podrá atender a uno y si hay más tendrá que esperar fuera. Una vez dentro, tendrán que desinfectarse las manos antes de tocar ninguna tela.
Ingresos cero
De momento, ni eso, pues según Canales han entrado varias personas pero sólo a mirar. Por eso el empresario, cuyo local es de alquiler, está ahora a expensas de un crédito para poder seguir pagando la renta. «Si no me lo conceden tendré que cerrar, llevamos desde el 14 de marzo con ingresos cero», advierte.
El panorama no es mucho más optimista en otras tiendas de esa zona histórica en la que, además, los primeros días de apertura, ha llovido bastante. A unos metros de Canales y casi en frente está Casa Rodríguez, otra tienda histórica que vende cordones y artículos religiosos desde hace 107 años y que también abrió el pasado lunes. Allí está Javier Gotor, padre del que actualmente regenta el negocio, la cuarta generación de una tradicional tienda con un minúsculo local en el que, para guardar la distancia de seguridad, sólo podrá entrar un cliente.
«Hay algo de movimiento. Sobre todo la gente llama por teléfono y pregunta pero es poco», admite el comerciante que, según dice, está intentando llevarlo de la mejor manera posible. «Yo no he vivido nunca una cosa igual», confiesa . A pesar de que han intentado adaptarse a los tiempos, y tienen página web y venta on line, no da para mucho. «Con esa venta el negocio no se mantiene», dice. A su favor tiene el hecho de que, en este caso, el local es de su propiedad.
Algo más optimistas son en Velasco, la mercería de la calle Francos que lleva abierta desde el año 1874. En ella está Ángela Abad, hija del dueño y actual gerente del negocio que han adaptado a marchas forzadas a los nuevos protocolos sanitarios. Han puesto mamparas para los dependientes que llevan mascarillas y guantes y tienen todo el material de protección necesario.
Ella está en la puerta vigilando que sólo entre en el establecimiento un cliente por cada empleado y que, antes de entrar, se desinfecte las manos. Ellos no tienen venta on line pero, según Angela Abad, su clientela «es fiel» . Por eso prefiere ser positiva y «mirar hacia adelante». El lunes, el primer día de apertura, la tienda estuvo «muy animada».
Tampoco lo lleva tan mal José Luis Foronda que el pasado lunes abrió las puertas de Blasfor, la conocida saga de mantones que lleva desde 1923. Aunque de las siete tiendas que la familia posee sólo han abierto dos «para ir probando», no pueden quejarse. El mismo lunes vendieron un mantón.
Una bata para probarse
¿Cómo lo hacen para cumplir los protocolos sanitarios? Además de las medidas como el gel y los guantes que hay en la puerta, tiene sus propios «trucos» para vender y. sobre todo para que las clientas puedan probarse. Así antes de ponerse un mantón de los que venden, les ofrecen una bata. Y una vez con la prenda puesta, pueden probarse el mantón encima. En cuanto a las diademas que venden para las novias también tienen un gorro de plástico que deben ponerse antes de probar. Luego, evidentemente desinfectan la pieza en cuestión para la próxima prueba. Han tenido algo de venta on line, pero poca cosa. «Nunca había escuchado a mi padre que hubiésemos tenido algo así. No cerrábamos ni en verano», dice esperando la remontada. Sobre todo porque ellos dependen del turismo.
En Maquedano, la sombrerería de la calle Sierpes abierta desde 1908 ahora tienen una mesa en la puerta que sirve de separador. Y también usan gorros de plástico para poner a los clientes antes de probarse. «Saldremos de esta», dicen . Igual les está pasando en otras históricas tiendas como la papelería Ferrer, la cordonería Alba, los almacenes González Cuadrado, El Siglo Sevillano. Habían conocido otras crisis. Pero pocas como esta.
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