Archivo gráfico de ABC de Sevilla
#ArchivoABCsev: el pasado y el presente del Mercado de la Lonja del Barranco de Sevilla
En mercado se inauguró como lonja de pescado con un gremio específico denominado «los gancheros»
Laura Liñán
El tramo de la calle Arjona más próximo al puente de Triana es conocido actualmente como «el Mercado del Barranco», hoy en día es un edificio dedicado a la hostelería con un concepto nuevo de restauración que está triunfando en la última década en las ... ciudades más cosmopolita, pero ¿cuáles fueron los inicios de este enclave? Este viernes, indagando en la historia como cada cita con este serial, hacemos una parada en este rincón de la ciudad.
Los sevillanos que pasearan por el puente de Triana en el siglo XIX al dirigir la mirada al lugar en el que hoy vemos una apacible terraza con veladores de restauración, verían un mercado de subasta de pescado. El mismo que tiempo después sería trasladado a Mercasevilla, al Este de la capital. De esa originaria lonja solo queda el esqueleto de hierro, que quiso ser conservado como recuerdo histórico.
La lonja sevillana del siglo XIX
En el año 1883 se inaugura la llamada Lonja del Barranco, una enorme nave con una superficie diáfana de unos 700 metros cuadrados. Con estas nuevas instalaciones se cumplía con la petición de los pescadores de Ayamonte , representado por el gremio de los Mareantes, al Ayuntamiento de Sevilla formulada en 1854 a fin de acondicionar un espacio para la venta y contratación de pescados en Sevilla.
Si hay algo que no se puede pasar por alto al contemplar este bello edificio es que su arquitectura, que nos recuerda a uno de los monumentos más visitado del mundo: la parisina Torre Eiffel . De hecho, durante mucho tiempo, y no sin cierta razón, en Sevilla ha existido la creencia de que el Puente de Isabel II, la pasarela del Prado de San Sebastián y las Naves del Barranco, eran todas obras del ingeniero Gustave Eiffel, de fama internacional. Por fechas y estilos arquitectónicos, puede parecer que Eiffel diseñase las Naves del Barranco, el arquitecto francés se gradúa en 1855 y en 1861 se toma la decisión de construir la lonja. El encargo se produciría en noviembre de 1876. Pero, ¿llamaría el Ayuntamiento de Sevilla a Gustav Eiffel para proyectar el nuevo mercado? A pesar de la similitud de estilos y aunque fue protagonista de la arquitectura sevillana del último tercio del XIX, no todo lo que se cree es del ingeniero galo.
Cuando estaba en funcionamiento como lonja, El Barranco era un lugar cargado de vida, centro de negocio, ámbito de la picaresca y un milagro de la logística entre un caos de coches, cajas de pescado y personas que atestaban un reducido espacio. Como es propio de los mercados, el ritmo de trabajo y la vida va a la inversa que la gran mayoría de la población, y este no iba a ser menos. Los pesqueros remontaban el Guadalquivir y descargaban en torno a las diez de la noche la mercancía en los muelles, al otro lado del Puente de Triana . Desde allí, primero en carros de mulos y luego en unos camiones «viejos y destartalados», llevaban la mercancía a la lonja y se colocaba en los puestos de venta, donde a las cinco de la mañana comenzaba la puja.
Los cronistas de la época recuerdan que con el paso del tiempo y el desarrollo de la ciudad y el comercio , dejó de ser un lugar adecuado para este uso: las dudosas condiciones sanitarias, la falta de espacio, el caos de tráfico y el olor a pescado en pleno centro de Sevilla, eran argumentos que según las autoridades justificaban de sobra el traslado. Aunque pasaron muchos años hasta la mudanza. En cualquier caso, la lonja del Barranco dio para muchas estampas de costumbrismo y tipismo perdido en las que tanto se recrea Sevilla, entre ellas está la llegada del pescado en barco hasta la propia ciudad.
En cualquier caso, la lonja del Barranco dio para muchas estampas de costumbrismo y tipismo perdido en las que tanto se recrea Sevilla.
Tal y como recordaba este periódico hace unos años «el pescado que llegaba a la lonja lo hacía principalmente de las costas de Huelva y Cádiz, algo menos de Málaga y poco de Granada . Entraba género que hoy también se consume de forma masiva como boquerones, lenguados, acedías, pijotas, jureles o pescada, también gambas y langostinos. Otras variedades que abundaban entonces hoy son muy escasas en los puestos, es el caso de los rubios, rayas, fanecas, brecas, pajeles o los «piques», cazones pequeños que solían comerse guisados».
¿Cómo funcionaba esta lonja?
Algo muy curioso es que la mercancía a disposición de los pescaderos variaba mucho en función de las épocas, las pesqueras o la meteorología. Si había temporal el mercado podían pasarse días sin que entrara apenas pescado en Sevilla. Entonces se hacía un sorteo para determinar que pescaderos podían comprar ese día. Al día siguiente si había escasez se dejaba comprar a los que no lo habían hecho el día anterior. Por otro lado, cuando había poca de alguna variedad o la demanda era mucha se subastaba. El vendedor señalaba la caja y alrededor se hacía un corro de interesados que iban subiendo el precio hasta que no había quien ofreciera más.
El edifico tenía además en su interior un bar, «donde el consumo de aguardiente era masivo» e incluso había una barbería, en la que muchos usuarios aprovechaban para pelarse o afeitarse . Entre los empleados de la lonja, como es lógico debido a la cercanía predominaban vecinos de Triana, que la consideraban como territorio propio y una extensión de su barrio.
¿Quiénes eran «los gancheros»?
En la historia se ha demostrado que la necesidad augudiza el ingenio y eso sumado a que la picaresca suele ser un elemento más de la idiosincrasia de los mercados, hicieron que en El Barranco se crease un gremio específico y bastante peculiar. Se les denominaba «los gancheros» y su función era arrastrar las cajas compradas con unos ganchos . Los «oficiales» trabajaban dentro de la lonja, pero luego había otros que lo hacían de puertas para fuera.
Algunos de este grupo además tenían una singular habilidad para «sisar» algún pescado de las cajas con sus ganchos sin que el dueño se diera cuenta. Con gran pericia los enganchaban y escondían, para luego más tarde, cuando terminaba la venta ofical, ofrecerlo por la calle y atribuirse los beneficos.
El fin del Mercado del Barranco como lonja
Hasta 1971 se mantuvo la venta de pescado en este lugar en medio de un caos de mercancía, personas y coches que sorprendentemente funcionaba pese a estar en el centro. La lonja de pescado se trasladó a Mercasevilla y el edifico entró en decadencia . Con el fin de ahondar más en la historia de este enclave sevillano hemos echado mano del archivo gráfico de ABC de Sevilla y en él hemos dado con varias fotografías de cuando dejó de ser lonja. Durante ese tiempo de transición se mantuvo olvidado a pesar de ubicarse junto al río y en pleno centro.
El 27 de julio de 1978 este periódico publicaba entre sus páginas: «Cara y cruz del Barranco», dando respuesta a una cuestión que planteaba un lector acerca de su nomenclatura. «¿Se llama así por el mercado que funcionaba allí hasta hace poco o porque realmente a ese sitio de Sevilla le decían los antiguos «El Barranco» ? La respuesta que se dio entonces versaba lo siguiente: «De las dos hipótesis lanzadas en la pregunta, la válida es la segunda. En la ficha histórica que sobre el mercado editó el desaparecido CEYS se decía del lugar que «era llamado así por el barranco u hondonada que quedaba a la entrada del puente» y tenemos constancia documental de que el sitio era utilizado como lonja de pescado desde tiempos inmemoriales » .
Aprovechando la coyuntura, el periodista denunciaba que junto al antiguo mercado había un asentamiento chabolista «una triste imagen de la Sevilla de otro tiempo enquistada en el embellecimiento de la banda izquierda del río Guadalquivir», se lamentaba. Y es que en los sesenta, cuando el problema de la vivienda acuciaba Sevilla, hubo personas que malvivían en los bajos del edificio, completamente vacío y en desuso. Como se ve en la instantánea, varias chabolas se levantaban en esta zona aprovechando la cercanía de la orilla del río.
El problema siguió años después, pues en el archivo volvemos a toparnos con una imagen similar , pero de 1981 . El 7 de abril de 1981, ABC de Sevilla volvía a publicar: «Siguen las chabolas en el Barranco. No sólo no se resuelve el problema de la infrautilización del antiguo mercado del Barranco, sino que la zona presenta cada día una mayor degradación. La imagen de un chabolismo tercermundista junto al mercado y al puente contrasta vivamente con el proyecto de usar aquel como asiento de floristerías. A un tiro de piedra de la sede de muestras feriales, esta es la muestra que presenta Sevilla».
La historia, y nuestra hemeroteca, atestigua que hasta convertirse a mercado gourmet que hoy en día conocemos, este singular edificio de inspiración francesa ha albergado una lonja, una oficina de información turística, mercadillos infantiles y hasta un centro de exposiciones.
Fue en el año 2013 cuando el Ayuntamiento de Sevilla aprobó el proyecto para reformar las naves y convertirlas en mercado gastronómico . Tras esta nueva faceta que estrenaría El Barranco estaban caras más que conocidas en la ciudad, como el periodista Carlos Herrera y el torero Francisco Rivera Ordóñez.
El 25 de noviembre del año siguiente, con la inauguración del mercado gourmet, la hostelería desembarcó en estas naves al igual que lo hacía el pescado en el siglo anterior .
Veinte puestos de diferente oferta gastronómica que según sus impulsores prometía ser un lugar de ocio «hecho por sevillanos y para los sevillanos», y con la puntualización: «se trata de un mercado gastronómico y no gourmet, que suena a caro y esa no es nuestra intención». La apuesta inicial fue captar a más de 1,2 millones de sevillanos al año y que acogiese presentaciones de libros, música en directo «e incluso pregones de Semana Santa, de toros y del Rocío».
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