salud
Sebastián y Nuno, dos sevillanos de 24 años que le deben la vida a dos donantes de médula
Muy agradecidos a estas personas, lo único que sabe uno de ellos de su donante es que es de Valencia, mide 1,74 metros y pesaba 85 kilos en el momento de la donación
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Sebastián y Nuno son sevillanos, tienen la misma edad (24) y han sufrido problemas parecidos de salud. Sus médulas óseas empezaron a enfermar siendo adolescentes y gracias a dos donantes anónimos y a dos tratamientos realizados en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla ... por el doctor José Antonio Pérez Simón, jefe de Hematología del centro sanitario, han podido alcanzar la juventud en plena forma. Los dos están completamente curados y eternamente agradecidos a sus donantes.
Sebastián Bermúdez Herrera vive en la localidad sevillana de Tomares, es informático y tiene una consultoría. «El primer síntoma de lo que me ocurría lo detecté una tarde jugando al futbito con mis amigos en la playa. Me noté un poco cansado, más de lo habitual, y pensé que era por el calor del verano. Pero un mes después mi primo me pidió que lo acompañara al médico, un médico que yo no conocía. Fuimos al centro de Salud de Castilleja de la Cuesta y el facultativo, después de atender a mi primo, me preguntó qué me pasaba a mí, que estaba muy blanco. Llegué a mi casa y se lo conté a mi madre y me dijo que fuera a hacerme una analítica. El domingo siguiente, que era domingo de Feria, me empezó a doler el estómago y ya por la noche me caí al suelo mareado. Me llevaron al Hospital de San Juan de Dios de Bormujos, me sacaron sangre, me hicieron pruebas, y a los tres días me llevaron al Virgen del Rocío. Los médicos me trataron muy bien, en todo momento, y a los quince días de hacerme todas pruebas me dijeron que tenía aplasia medular«.
Esta enfermedad no permite funcionar a la médula correctamente y deja por los suelos el nivel de hematíes y leucocitos. «A a partir de ese momento, cuando empezó todo, me tenían que poner transfusiones de sangre y de plaquetas con mucha frecuencia porque tenía muy pocos glóbulos rojos y glóbulos blancos. Fue muy duro para mí que quince días después de ir al a Feria de Tomares me viera en esta situación en una familia además con muchas enfermedades«, cuenta.
La madre de Sebastián superó un cáncer de mama y dos tíos suyos están trasplantados de riñón. La única solución para este joven era un trasplante de médula ósea pero al principio no hubo suerte: su hermano mayor se hizo las pruebas y no era compatible. Y hasta que encontró un donante que lo era estuvo recibiendo dos bolsas de sangre y una de plaquetas a la semana.
Ya en diciembre, tres meses después de su caída, le informaron de que había dos donantes compatibles. «El 23 de enero de 2020 me hicieron el trasplante y todo fue muy bien. El donante era de Valencia, medía 1,74 y pesaba alrededor de 85 kilos, es lo único que sé de él», cuenta. La recuperación, tras el tratamiento, fue al ritmo esperado pero debía tomar unas diez pastillas al día. «Todo fue bien y poco a poco me fueron quitando pastillas. También he tenido episodios malos, de entrar con frecuencia por Urgencias por dolores muy fuertes en el estómago y bajadas de las defensas y los cirujanos se plantearon incluso operarme del estómago, pero al final no hizo falta y se me quitó ese dolor tan fuerte Hoy, tres años después, hago una vida normal cien por cien y he vuelto a jugar al fútbol, aunque sigo yendo al médico cada cuatro meses«, cuenta.

Nuno Alexandre
Nuno Alexandre Jiménez Recio (24) vive en la localidad sevillana de Castilleja de Guzmán, trabaja en la construcción y también puede hacer deporte y jugar al fútbol. Pero estuvo más de ocho años sin poder hacerlo por culpa de una leucemia que le diagnosticaron siendo adolescente. «El deporte se me dio siempre muy bien. y en las carreras siempre quedaba entre los cinco primeros. Pero un día, en una de las carreras en el instituto, empecé a cansarme mucho y a entrarme frío y fiebre. Mi madre pensó que era porque no desayunaba, pero eso no era«. Cuenta que fue tres veces a un hospital de Castilleja de la Cuesta y que no dieron con lo que tenía. »No me hicieron ni una analítica -dice- y mi madre me llevó al Virgen Macarena. Y allí, cuando sólo tenía 14 años, me diagnosticaron una leucemia linfoblástica«.
Estuvo mucho tiempo con sesiones de quimioterapia hasta que pudieron hacerle un trasplante de médula ósea. «Recuerdo las sesiones de radioterapia que me dieron antes del trasplante para dejar mis defensas a cero. Tuve suerte porque el donante era compatible conmigo y al mes empecé a recuperarme».
Eso fue hace cinco años... y hasta hoy. «Hago vida normal y la médula de mi donante hasta me ha quitado la alergia a las gramíneas«, dice.
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