Episodios Locales

El Metro de Sevilla para en San Jerónimo

Hace ahora medio siglo, el Consejo de Ministros remitió a las Cortes el proyecto de ley del Metro de Sevilla que lleva la firma del Príncipe Juan Carlos, estrenando los plenos poderes traspasados por Franco

Acopio de materiales para el sondeo geotécnico en la Alameda de Hércules en octubre de 1974 ABC

Era una parada obligada y se resolvió con relativa celeridad, sobre todo si se compara con el cumplimiento ulterior de la normativa. Un 18 de abril de 1975, el Gobierno de la nación, presidido por Arias Navarro, acordó remitir a las Cortes, en la madrileña ... Carrera de San Jerónimo, el proyecto de ley que contemplaba la construcción del suburbano por parte del Gobierno y hacía titular de su explotación al Ayuntamiento de Sevilla.

Del Metro, los sevillanos no habían visto más que los trabajos preliminares de geotecnia en la Alameda iniciado en el verano de 1974 para convencer al Ministerio de Obras Públicas de la viabilidad del proyecto. Pero habían oído hablar mucho más. Concretamente, desde 1968, fecha de la que data el documento 'El Metro de Sevilla: su necesidad y posibilidades' que se transformó en anteproyecto al año siguiente y se envió al Ministerio de Obras Públicas en 1970 para que en septiembre de 1972 fuera declarado de utilidad pública el plan de red.

Ese primer esbozo (tres líneas con intercambiadores en la plaza del Duque, la puerta de Jerez y San Benito) llevaban la firma de Plácido Álvarez Fidalgo, director gerente del servicio municipal de Transportes Urbanos. El empujón al Metro desde el Ministerio entre 1974 y 1975 se dio cuando este ingeniero de Caminos ocupó la dirección general de Transportes Terrestres. Él fue el artífice.

El proyecto remitido a las Cortes establecía que los 9,250 metros de la línea 1 estaría terminada en 1980 a más tardar con 14 estaciones: La Plata, Amate, Mayo, Gran Plaza, Nervión, estación de Cádiz, Puerta de Jerez, Plaza Nueva, Duque, Alameda, Macarena, Isidoro, Begoña y Los Carteros.

En el periódico del 19 de abril de 1975, Quintaval afirmaba proféticamente: «Ahora será la Cámara la que se pronuncie –uno supone que de obligado trámite- y después -¡oh, después!– habrá que hacerlo, porque no irá a quedar todo, como decían los avisados, en el agujero de la Alameda». Bien avisados como la historia se encargó de subrayar.

ABC

La ley no salió de la Cámara legislativa, definitivamente aprobada hasta octubre: el último día de ese mes de 1975 se publicó en el BOE con la firma del entonces Príncipe de España, Juan Carlos de Borbón, a quien se le habían traspasado los poderes de modo definitivo el día anterior al inicio de la agonía vital del dictador de tres semanas hasta el 20 de noviembre. Claro que hacer realidad la primera línea del Metro supuso otra agonía urbana de más de tres décadas hasta 2009.

Verdadero artífice

El empujón al Metro desde el Ministerio entre 1974 y 1975 se dio cuando Plácido Álvarez Fidalgo fue director general

Aquella columna de opinión fue premonitoria: «Incluso de imprimirle a las obras una rapidez máxima, tendríamos en principio una sola línea y el resto habría de esperar unos años más». Estamos hablando de hace medio siglo…

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