de la misa la media
Despierta, Utrera
Iglesia en Sevilla
La función principal del día de la patrona tiene un inconfundible aroma a genuina piedad popular
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónMisa en el santuario de Consolación
-
Templo: santuario de Consolación (Utrera)
-
Fecha: 8 de septiembre
-
Hora: 12.30
-
Asistencia: lleno, más de trescientas personas
-
Presidencia: Joaquín Reina Sousa
-
Exorno: profusión de jarrones con varas de nardos
-
Música: Camerata Vocal Concertante de Huelva
Hay advocaciones tan íntimamente ligadas con el pueblo que las venera que llegan a ser indisolubles. Decir Consolación es decir Utrera. Por eso, el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen, una riada de devotos se acerca al santuario para ... venerar la popular imagen, rosa tempranera, la del barquito en la mano, como reza la plegaria de los Álvarez Quintero que cantó Enrique Montoya.
La función principal del día de la patrona tiene un inconfundible aroma a genuina piedad popular: están los que se endomingan, los que traen flores, los que se van con los ojos humedecidos o los que vienen tirando del cuerpo como pueden, pero también los que no se quitan la gorra, las de la espalda al aire y los que no paran de saludarse y parlotear. En palabras de su rector, en el santuario caben «el que cree y el que no cree, el que renuncia y el que no renuncia, el que ama y el que no ama, el que viene a protestar, el que viene enfadado y el que viene a enfadarse con ella, a decirle '¡qué clase de madre eres!'.
Pues sí, todo eso cabía en la misa principal con asistencia de la corporación y autoridades civiles y militares, presidida por el que hasta ahora ha sido párroco de Santa María de la Mesa y seguirá siendo rector del santuario y concelebrada con otros siete sacerdotes, dos diáconos y un puñado de acólitos.
MÁS INFORMACIÓN
El trasiego era enorme. No paraba de entrar y salir gente con la misa empezada. Por el banco desde donde este cronista siguió la eucaristía (el último del lado de la epístola) pasaron no menos de una decena de personas sin turnos fijos: de repente, a uno se le echaba el tiempo encima, se levantaba y se iba; llegaba otra en su lugar, hasta que se largaba, y en ese plan. Con total libertad: una misa por fascículos. Tal vez, porque sea más importante la peregrinación que todavía hoy se sigue desde distintos pueblos de la comarca del Bajo Guadalquivir.
Así, la solemnidad que emanaba del presbiterio se iba desflecando hasta llegar al cancel de entrada. Quizá si la capilla musical se hubiera situado en el coro en vez del crucero, se habría acallado bastante el ruido ambiente. La música, ya que la hemos citado, estuvo por lo demás en su sitio: esto es, sin robarle protagonismo a la celebración litúrgica, lo cual se agradece después de tantos excesos como se ven por ahí.
Y el pueblo estaba en su papel también. En el momento de la consagración, menos del 10% de la asamblea se arrodilló como hizo con ostentación la pandilla de atildados jovenzuelos de camisa blanca y medalla al cuello que estaba a mi izquierda. ¿Entró el pueblo fiel en la celebración? Esa pregunta queda sin respuesta, como la antífona del salmo y demás partes cantadas por los profesionales; en cuanto los fieles oyen voces de barítonos, sopranos y bajos se desentiende. Y así se quedan sin rezar oraciones tan sustanciales como el kyrie, el gloria, el sanctus o el agnusdéi. Eso conviene que se revise.
Como la duración de las homilías. La de don Joaquín duró un cuarto de hora largo, que no es demasiado, bien mirado, pero como dio tantas vueltas a la idea principal y le añadió tanta agua al caldo, acabó resultando algo redundante. Muy pregoneril, eso sí, en torno al lema 'despierta, Utrera' que fue repitiendo como 'leitmotiv': «Despierta, Utrera, porque la rosa tempranera no ha dormido esta noche, esperándote para ofrecerte el mejor de los perfumes, su Hijo Jesús, el Ungido».
Equiparó en la balanza del fervor la procesión por los aledaños del santuario el lunes por la mañana con la vuelta de la magna procesión de clausura del Congreso de Hermandades de diciembre pasado y animó a «cuidar y cultivar la piedad popular, no solamente en un día, de fiesta, de canto, sino que sea evangelizadora, donde yo sienta a este Cristo y a esta Virgen en mi hermano». Y a renglón seguido, instó a la Iglesia a «pedir perdón por tanto antitestimonio».
El zamarreón homilético para despertarse alcanzó a las parroquias, a los movimientos, a los colegios católicos, a las comunidades… y a las autoridades, a las que les recordó que la Virgen de Consolación es «alcaldesa perpetua de Utrera, la que manda, pero no desde un sillón sino desde el servicio».
La eucaristía sirvió en la práctica de despedida de don Joaquín como párroco después de diez años, cargo que ahora ejercerá Diego Román, al que saludó en la acción de gracias con un expresivo «No te digo ná» que los presentes supieron interpretar.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete