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La okupación no es solo una cuestión que se encuentra a la orden del día en España. También en los Estados Unidos se producen episodios en los que un propietario de una vivienda llega a la casa y se topa con unos okupantes.
En España, la ley protege el derecho a la intimidad y la privacidad del okupa mientras reside allí, por lo que un propietario no puede vivir con el okupa en la vivienda ocupada sin su consentimiento. De hecho, hay ciertas acciones que, en caso de acabar en los tribunales, podrían perjudicar gravemente, incluso, al propietario.
En Estados Unidos, lugar donde tiene lugar la historia que protagoniza estas líneas, la legislación puede variar según su estado. En Chicago (estado de Illinois), por ejemplo, un propietario debe iniciar un procedimiento judicial para solicitar su desalojo.
Esto es justo lo que le ha ocurrido a Marco Velázquez, propietario de una vivienda en South Side (Chicago) que estaba intentando vender. De hecho, al llegar a la casa junto con un agente inmobiliario, se encontró con una pareja que se había establecido en esa vivienda y que, además, decía ser la propietaria de la misma.
Velázquez llamó a la Policía, pero, ante la indicación de que todo debía resolverse por la vía judicial, con lo que eso implica en cuanto a tiempos (meses) y dinero (costes de la batalla en los juzgados), pensó en otras alternativas.
Un acuerdo con los okupas
Shermaine Powell y Codarro Dorsey, identificados por la Policía como los okupantes de la vivienda, se negaron a irse. Y eso que recibieron una fuerte presión de los propietarios, tal y como cuentan estos a ABC7 Chicago.
«Llamé a un par de amigos, me quedé a pasar la noche y sabía que no les iba a gustar», dijo Velázquez. «Nos quedamos en la sala, vigilando la puerta. Ellos se quedaron en uno de los dormitorios».
De este modo, los okupas percibieron que llegar a un acuerdo podría ser beneficioso. Los propietarios de la vivienda, Velázquez y su mujer, también, puesto que ahorrarían tiempo y dinero y, además, les permitiría vender o alquilarla de inmediato.
Por lo tanto, los okupantes, a modo de extorsión, presentaron al dueño una primera oferta de 8.000 dólares que recibió una contraoferta de los propietarios por un valor de 4.300 dólares para entregar las llaves y marcharse.
Una propuesta que aceptaron y que permitió a la pareja recuperar el pleno control de la vivienda. «Es verdad que no me salió gratis, pero por lo menos logré solucionar el problema antes de lo previsto inicialmente», reconoció Velázquez.
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