ArteMagnum: música medieval sevillana a lo grande

Podrán creer que ahí termina el mérito: pues no, porque lo más increíble es que siguen llenando teatros, como en esta ocasión que comentamos, siendo recibidos y despedidos con vítores incontenidos. Y aún más, si concentramos el núcleo de sus interpretaciones, basculan básicamente entre las Cantigas de Santa María' de Alfonso X el Sabio y el Laudario di Cortona, ambos en torno al siglo XIII, por un lado, y la música de los goliardos, concentrada en los Carmina Burana, por otro, repertorio protagonizado por clérigos y estudiantes de vida errática y digamos 'licenciosa', de manera que los cantos al vino, a la sátira política y religiosa, a la 'primavera' (por decirlo de algún modo) era su modo de vida, un 'carpe diem' continuo, por si fuera el último. De otro lado, es verdad que tienen también discos dedicados a los siglos XIV y XV, como el titulado 'Saltos, Brincos y Reverencias', pero no es su zona de confort, como se dice ahora.

El núcleo fundador se fundamentó en las figuras de José Manuel Vaquero (organetto y zanfoña), Alberto Barea (voz, cromorno, percusión) y Álvaro Garrido (percusiones), célula matriz a la que pronto se le fueron añadiendo voces como la de Vicente Gavira y César Carazo, mientras que en flautas y chirimías se sumó Ignacio Gil; y aunque no participó en este concierto, sí estuvo a cargo de las cámaras de grabación Aníbal Soriano, laudista y habitual colaborador del grupo.

No somos capaces de recordar el año exacto en que los vimos por primera vez, pero recordamos que ya entonces presentaban una puesta en escena como un remedo de la taberna medieval y que ya estaba Gavira, que nos impresionó por la frescura de su voz y unos graves naturales y bien timbrados. El grupo ha querido que estuviera en este cumpleaños, aunque creemos que no ha seguido cantando habitualmente.

Recodamos a otros cantantes como Francisco Orozco, Mariví Blasco o Javier Cuevas, aunque desde hace tiempo cuentan con Carazo para la viola medieval además de la voz, si bien aquí cedió protagonismo a Barea; sin embargo, firmó la siempre espectacular 'Ich was ein chint so wolgetan' con su habitual voz redonda, clara, expresiva, secundado por sus compañeros de escena: de hecho, si pensamos en grupos que tienen grabados estos 'Carmina Burana' lo que solemos escuchar son versiones que se nos antojan un tanto fláccidas, alicaídas, difícilmente imaginables en una taberna en donde ya están todos borrachos -o están en ello-, incluyendo las de Philip Picket, que son las más animadas). Aunque tal vez se podrá decir que estas eran las versiones correctas, puesto que se encuentran culturalmente más cerca de la Alemania profunda; sin embargo, las más mediterráneas rebosan energía y luminosidad, y con ello mayor creemos que mayor 'veracidad'.

Como decimos, Barea cantó casi todo y Caraza lo doblaba o le hacía una segunda voz hacia el final de la canción. Diríamos que también Barea busca una voz natural, sincera, clarísima, destensada y cargada de intencionalidad. En la misma naturaleza de la monodia medieval está la de presentar un ámbito vocal no muy extenso, que permita cantar a todo el mundo, pero en ocasiones se nota una extensión de la voz hacia registros más agudos, menos cómodos, como en 'Stella nuova', vinculada a la Navidad (de hecho, la tienen incluida en su disco 'Musica ad Navitatis tempus') y que cerraba el programa, en donde la voz sube más de lo habitual, sobre todo para un registro que no está impostado -ni debe- más allá de lo que es el canto popular. Y aquí Barea llegaba una y otra vez a la nota más aguda sin aparente esfuerzo, rematándola con gracia en un floreo encantador. Para entonces no sólo sus compañeros se habían hecho cargo del estribillo, sino también lo habían relevado del arriesgado envite, aunque algunos ya habían encontrado el escollo y no tenían recursos para superarlo tan gallardamente. Los Ministriles hispalensis, que habían intervenido puntualmente a lo largo del concierto, aseguraron la brillantez de este final con el brillo de los metales.

Hay que decir que la cosa terminó más tarde de lo habitual, debido a la jugosa y entregada introducción de la escritora Eva Díaz Pérez, y sobre todo a las felicitaciones de numerosos amigos y colegas directores de certámenes de música antigua y de otros grupos, como la Orquesta Barroca de Sevilla en boca de su fundador Ventura Rico, y la Accademia del Piacere y FeMÀS que dirige Fahmi Alqhai, por lo que respecta a artistas sevillanos. Y desde luego también estuvieron con ellos videográficamente los dueños de las tabernas que frecuentan, que con gran entusiasmo los sirven y siguen. Nosotros no les desearemos otros 30 años más, porque eso sería no conocerlos: ellos siempre hacen lo que quieren. Ni van a estar más años si no los disfrutan ni se van a marchar mientras se sigan divirtiendo. Lo que sí haremos es brindar a su salud con una copa de buen vino.