Andrea, una joven de 25 años y enfermera de profesión, llegaba a a 'First Dates' con una carta de presentación en la que ponía en valor su oficio. «Me encanta mi profesión, me encanta ayudar a la gente y no solo ayudarla, sino la educación sanitaria, explicar a la gente como haces una cura o darle información sobre algo que no sabe...», exponía la soltera que comentaba a Carlos Sobera que trabajaba en un centro de salud.
Entonces, el presentador de 'First Dates' para conocer mejor a Andrea le preguntó por sus aficiones sin esperar que la respuesta que le iba a ofrecer la soltera lo iba a dejar a punto de perder la conciencia. «Yo tengo una afición muy curiosa y muy original», empezaba diciendo la joven que generaba a Carlos Sobera la curiosidad por saber de qué se trataba, «Es que estoy haciendo abalorios y joyas con sangre», afirmaba Andrea que dejaba al presentador del programa de Cuatro petrificado.
«¿Cómo con sangre?, ¿con qué sangre?, ¿con la de las venas», le cuestionaba Carlos Sobera sin dar crédito a lo que había escuchado. «Sí, con la del cuerpo y la obtengo haciendo extracciones», apuntaba Andrea ante las cámaras de 'First Dates' y asombrando cada vez más al presentador y a Matías Roure que escuchaba la conversación detrás de la barra del bar.
La joven sacó una muestra de las joyas que hacía y, además, comentó que los pendientes que llevaba también eran de sangre. Carlos Sobera no pudo más al ver las piezas y comenzó a marearse. El presentador del programa se sostuvo la cabeza con las mano y se tuvo que apoyar en la barra. «¡Joder, la leche!», espetaba el conductor que reconocía que era «un poquito aprensivo».
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Así, Carlos Sobera pidió a sus compañeras que acompañaran a Andrea al salón del espacio de Cuatro mientras él recibía a su cita, Miguel, para la noche que le pondría la puntilla final a su 'mal cuerpo'. «¿Te has puesto unas lentillas especiales?», le preguntaba el presentador de 'First Dates' a Miguel, a lo que este le contestaba: «No, los tengo tatuados, mira».
Carlos Sobera no pudo más y y con las manos en la cabeza espetó: «La madre que me parió, yo me voy de aquí hoy».
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