Isabel Coixet: «Vivimos en un mundo donde a la gente le asustan los guiones originales»
La cineasta estrena en el Festival de San Sebastián 'Un amor', donde adapta la exitosa novela de Sara Mesa con Laia Costa y Hovik Keuchkerian de protagonistas
Crítica de 'Un amor', de Isabel Coixet
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónDice Isabel Coixet, refugiada siempre bajo sus coloridas gafas de pasta y un flequillo rebelde que se empeña en cruzar por su cara, que a ella siempre le ha movido en esto del cine el «buscar lo que no sea fácil». Y se esfuerza en ... demostrarlo con aventuras como la adaptación de la novela 'Un amor', de Sara Mesa, que este martes ha presentado en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián. De mano de la también escritora Laura Ferrero en el guion (la propia Mesa prefirió no trabajar en el libreto) y con Laia Costa y Hovik Keuchkerian como pareja protagonista, la cineasta explora la parte animal del amor, el reconocerse en la mirada del otro y, cómo no, la obsesión sexual.
-No hay novelas recientes mucho más difíciles para adaptar…
-Una de las características de mi vida y de mi carrera es nunca buscar lo que sea fácil. Me leí 'Un amor' de una tacada en una tarde. Ahí no pensé en adaptarlo, pero luego había algo en el libro que me intrigaba y lo volví a leer. Y la segunda vez sí que lo vi, pero es un impulso un poco difuso, luego hay que sentarse y luego hay que hacerlo. En esos primeros momentos fue: ¿cómo se hace? ¿Con qué nos quedamos? ¿Cuál es la esencia del libro? ¿Qué es lo que hay que mantener? ¿Qué es lo que hay que crear? ¿Cómo contar esa obsesión? O sea, siendo fieles a la esencia, pero a la vez hay que inventar cosas… Una vez sentadas las bases, no fue tan difícil como parece.
-Tiene en su agenda una próxima adaptación de Elena Ferrante… ¿Qué está encontrando últimamente en los libros?
-Vivimos en un mundo en el que a la gente le asustan los guiones originales. Entonces es mucho más fácil ir a un productor o a una plataforma diciendo que quieres hacer un libro.
-¿Entonces es porque es más fácil?
-Fácil nunca es, pero sí ayuda empezar un proyecto a partir de un libro que es desde la nada. Pero luego a la vez me apetece más fácil dirigir un guion mío.
-Así discute menos con la guionista, ¿no?
-Al final, cuando escribes un guion a partir de una obra, también lo haces tuyo.
-Un 80% del equipo son mujeres. ¿Ha sido una decisión consciente o se ha derivado así?
-Bueno, yo creo que en 'El techo amarillo' todos éramos mujeres. Los hombres tienen mucha más vanidad y mucho más ego. Creo que también se está instalando otra manera de dirigir. Yo no pienso que un director sea esta figura elevada por el mundo, como una especie de semidiós. Yo creo que un director tiene que escuchar a la gente. Esta cosa del señor omnipresente con el megáfono es una figura del pasado.
Isabel Coixet: maneras de mirar el fuego
Pep GorgoriEn 2015, la cineasta tuvo que salir corriendo de su casa de El Bruc (Barcelona) a causa de un incendio forestal. Desde entonces todos los bosques calcinados le recuerdan a aquel verano fatídico
-¿Con cuánto de su mochila vital y de su trabajo previo llega a los proyectos?
-En la mochila vital lo que hay es vida, no hay un trabajo previo. Sí es cierto que la experiencia a veces puede ser un obstáculo, en muchas cosas a veces lo es, pero también cuando has hecho varias películas llegas con otra tranquilidad... Ahora llego a un sitio y sé dónde poner la cámara, lo sé. Hay algo como muy instintivo. Sé que en mi cabeza puedo hacer ese equilibrio entre las condiciones meteorológicas, las condiciones del lugar, el tiempo que tenemos para hacerlo, lo que queremos contar, cómo vamos a cortar la secuencia que estamos rodando y exactamente en qué punto la vamos a empezar. Es como un cubo rubik y va muy rápido y a la gente le cuesta un poco seguir porque tú ya estás en la sala de montaje y claro, eso es la hostia. Yo cuando empecé en el cine no tenía ese cubo rubik. Todo era un problema, ahora todo lo contrario. Ahora todo son soluciones a las cuestiones y eso es fantástico. Eso lo puedes tener cuando has hecho 15 películas y un montón de documentales y piezas. Cuando tu cabeza y tus ojos están educados para contar en imágenes y eso es algo que lo tienes incorporado. Por eso reconozco que a veces en los rodajes yo soy muy taxativa. No, no, no, no, no, no, no. Y siempre tengo razón.
-Pero sin esas cosas que decías antes de ir levitando por encima del suelo con el micrófono dando órdenes.
-Yo de una manera mucho natural, más sin levitar, como una evidencia. Digo lo que creo que es mejor para la película… Y normalmente lo es.
-¿Tiene una idea de construir una filmografía completa o eso se lo va dando la vida y las películas? ¿Tiene esa cosa de que este va a ser mi legado?
-Siempre me he reído del legado. Es curioso, el otro día hablaba con una persona: «Deberías hacer una fundación», me decía. Bueno, si mi legado son las películas, la gente las verá o no las verá. O a lo mejor de repente hay una inteligencia artificial a la que le ponen todas las cosas que yo he hecho y es capaz de hacer lo que hago. No lo descarto. Pero lo que tenemos es ahora y aquí. Y no tengo la menor ambición de tener una pirámide donde encuentren todos los 300.000 pósits con cosas que nadie será capaz de descifrar. No soy nada de posteridad ni de legado.
-Si se encuentran dentro de 200 años esa caja con textos y pósits…
La pueden quemar perfectamente. Me parece presuntuoso, me parece... no sé. No estoy por el legado ni la posteridad.
-Si mira hacia atrás, ahora mismo, y viaja a principios de los años 2000, ¿qué quedaría de aquella Isabel Coixet?
-El flequillo. Las gafas… Y mucha curiosidad.
-Ha hablado de inteligencia artificial, veo que no le preocupa nada…
-Me preocupa otra cosa: creo que la inteligencia artificial está fingiendo. He visto unos cuantos textos creados con inteligencia artificial y son muy malos. Yo creo que la inteligencia artificial realmente tiene la capacidad de escribir como Proust si quisiera. Ahora, para que nos confiemos, pues hacen cosas como mediocres, a nivel de arte, de literatura... Como ya te digo que el legado y la posteridad no me inquietan, tampoco me inquieta eso. Pienso que he tenido el privilegio de vivir una época en la que cuando hacía películas de Super 8, las montaba yo con mis manos.
-Se ha perdido lo artesanal en el cine, en este cine moderno de plataformas, televisiones... ¿Ya no queda esa cosa artesanal o sigue habiendo?
La construcción de una película sigue siendo algo artesanal. El rodaje lo sigue siendo. Creo que hay mucha gente haciendo películas de una manera muy, no diría primitiva, pero no creo que por ejemplo en 'Un amor' una de las cosas que a mí me gustaba, y que hay varios planos de eso, es ella tocando la humedad de las baldosas de la cocina, la tierra, el transmitir eso, que creo que esa sensación que a veces como imagen siempre tengo de rodillas, que tú estás con la rodilla y te pasas un papel de lija, o estás con la piel de la uña y te la arrancas, esa sensación visceral sí que yo creo que está en la peli, yo lo he intentado que se transmita.
-Una vez pone rostro a los personajes de la novela, en este caso Laia y Hovik, uno ya no se los puede imaginar de la misma manera que cuando leyó el libro…
-Vi a Hovik en la serie de Rodrigo Sorogoyen y tenía algunos momentos que estaba callado, mirando, y pensé: «Este hombre realmente sabe escuchar, que no es tan fácil de hacer en pantalla con presencia». Luego le conocí, le hablé del proyecto, me dijo que adelante, y eso… No tenía ninguna duda. Él y Laia son como dos planetas diferentes, son como la bella y la bestia. Y tenían química, que no siempre pasa. Yo creo que hay actores que se resisten a entregarse en la pantalla. Hay ciertos actores que tienen un pudor que traspasa, y en ese sentido sí que sabía que la entrega de los dos iba a ser total. Hovik es la primera vez que hace escenas eróticas y la cosa fue hablar muy claro… Y es que no tengo ningún problema en hacer escenas eróticas. Cuando cuentas una película sobre una obsesión sexual, es importante que realmente lleven al espectador a comprender por dónde va esta mujer... No tengo reparo en explicar claramente lo que necesitamos, y si hay gente que necesitamos un coordinador de intimidad, se les pone. Yo no lo necesito. Pero son ellos los que van a estar ahí en este cuartucho...
Exponiéndose.
Claro, tuvimos una conversación adulta. En rodajes donde ha habido problemas, pienso que el trabajo del director es proteger a sus actores, comprender que es lo que dicen y que no dicen. Porque hay gente que no lo dice por pudor y luego lo ves ahí súper cortado. Las cosas hay que hablarlas.
En 'Un amor', Isabel Coixet se aleja del sentimiento y se acerca a 'la moda'
Oti Rodríguez MarchanteLa directora barcelonesa presentó en el certamen donostiarra su película protagonizada por Laia Costa y Hovik Keuchkerian
-En el primer encuentro sexual, lo rueda casi como un thriller. ¿Cómo llegó a ese planteamiento?
Sí. Esa escena era muy definitiva. Tú te estás preguntando, ¿esto es un cambalache? ¿Esto es una violación? ¿Dónde está el consentimiento? ¿Qué es lo que ella piensa? Ella se está diciendo, bueno, después de todo es un polvo, ¿no? Pero también, ¿qué hace esta mujer? También es verdad que hay algo en él, a pesar de su mole, tan respetuoso… No olvidemos que es el único que llama a la puerta. El resto de personajes masculinos quieren también eso, pero no lo evidencian tan claramente.
-Machaca también la parte idílica de vivir en el campo
Me gusta mucho el campo y me gustan mucho los pueblos. No creo que la película sea un alegato contra la vida en el campo. Es más un microcosmos donde todas las dinámicas del grupo están más claras.
-Hablaba de conversaciones adultas… ¿se tiende a una infantilización del público?
Claro, pero ahí te podría decir que incluso en las películas que se suponen que no infantilizan al espectador, lo hacen.
-¿Cómo cuál?
-'Oppenheimer'.
-¿Si?
-Claramente es una manipulación de la historia. Es verdad que yo tenía una obsesión con Oppenheimer de siempre y, además, soy licenciada en Historia. Todo el mundo habla de cosas que no son para mí la esencia de Oppenheimer, que es que cuando el Ejército le ofreció la posibilidad de probar su bomba en la bahía de Tokio, él dijo que no, que quería probarla en ciudades con gente. En la película se infantiliza el personaje de Oppenheimer y por ende al público. Porque no puede ser que nadie entienda los problemas morales que tiene este hombre cuando no cuentas, para mí, la esencia. Que está además muy clara en el libro en el que se basa.
-¿Cómo sería el 'Oppenheimer' de Isabel Coixet?
-Me interesa mucho la primera amante de Oppenheimer, que tenía una sexualidad también un poco ahí retorcida. Pero para hacer una película no creas que me atrae demasiado.
-¿Aunque esté obsesionada con él?
-A mí me dan épocas de leer mogollón de libros sobre un tema y no necesariamente quiero hacer una película. No creo que sea un personaje tan complejo. Para nada. En la historia hay personajes que me atraen mucho más, los que yo llamo las anguilas de la historia. Personajes que van cabalgando por diferentes periodos históricos de un país en la sombra y que sobreviven a todo, además.
-¿Hay alguno de esos en España que te interese?
-Hombre, hay varios.
-Un nombre…
-¿Para hacer una película de ellos? Hay varios.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete