Isabel Coixet: maneras de mirar el fuego
El peor verano de vida
En 2015, la cineasta tuvo que salir corriendo de su casa de El Bruc (Barcelona) a causa de un incendio forestal. Desde entonces todos los bosques calcinados le recuerdan a aquel verano fatídico
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Iniciar sesiónLas imágenes que estos días nos llegan de Tenerife transportan automáticamente a la cineasta Isabel Coixet al peor verano de su vida. Fue en 2015. Tuvo que salir corriendo de su casa de El Bruc (Barcelona) a causa de un incendio forestal, y «desde ... ese momento cualquier imagen de un fuego en televisión me retrotrae a ver el fuego real». Lo ve, eso sí, con su particular mirada, la de esos ojos que parecen descansar pero que no bajan la guardia ni un instante, y con la que le da su sensibilidad, que va mucho más allá de lo que percibe a través de las pupilas.
Coixet sería diferente si no hubiera devorado miles de libros y si no hubiera leído y trabado amistad con John Berger. «Diferente» no quiere decir necesariamente «peor», aunque en este caso quizás sí. Quizás Coixet sería menos Coixet de no haber conocido a Berger. Quién sabe. El caso es que Berger, en su libro 'Modos de ver', nos enseña a mirar el arte —la vida en general— de una forma diferente. «Es la mirada lo que establece nuestro lugar en el mundo», dice, para añadir que en la época medieval, cuando la idea del infierno estaba tan presente en el imaginario colectivo, ver un fuego seguramente significaba algo diferente a lo que significa para nosotros hoy.
Cuando escribió eso en 1972, Berger quizás no pensaba en los incendios forestales que medio siglo después nos hemos acostumbrado a ver por todo el planeta. Ni tampoco podía saber que su futura amiga, Isabel Coixet, tendría que salir huyendo de uno de esos incendios. En la mirada de la cineasta no hay solamente imágenes, sino también sonidos y olores. Y silencios.
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Entre las imágenes, la de «ese bosque que has visto toda tu vida y está en llamas». También la de los animales que huyen: «Veías de repente pasar conejos que casi nunca habías visto así, juntos, corriendo». Entre los sonidos, menciona el de los caballos relinchando: «Me acuerdo que había un lugar donde cuidaban a caballos heridos. Recuerdo los caballos, el ruido de los caballos cuando los sacaban de allí…».
Y el olor de los incendios. Madera ardiendo, pero «no es un olor como de chimenea, que es un olor de hogar, no». Le cuesta encontrar las palabras. «¿Cómo decirlo? Es un olor que duele. Hay algo como maligno en ese olor». Todo ello configuraba la sensación: «Se va a quemar la casa, se va a quemar todo esto y… ¿qué pasará luego?». Era una sensación «de fin del mundo».
Al volver, el silencio: «Al día siguiente estaba controlado, pero luego durante años tienes que vivir con todas esas montañas quemadas». El tiempo pasa, pero la inquietud permanece: «Vuelven a reverdecer y te preguntas, bueno, ¿y ahora qué pasará? ¿Volverá a ocurrir?». Berger también nos advirtió que nuestra visión está siempre está condicionada por las experiencias previas. Coixet no ha vuelto a ver, seguramente, unas llamas de la misma manera.
Su mirada de directora se ha posado en los últimos meses en la novela 'Un amor', de Sara Mesa. Ahí los incendios van por dentro. Especialmente para la protagonista, Nat, que vive una relación que la atormenta. «Sara me parece una de las grandes voces contemporáneas de la literatura española», comenta Coixet, que añade que de ella le atrae de manera especial «lo cero complaciente que es».
En septiembre presenta la película en el Festival de San Sebastián, y en noviembre la podremos ver en cines. Estas semanas ultima los detalles. «Sé que es una película que va a dar que hablar», admite. «Ya soy muy consciente de que habrá gente que no entenderá por qué se comporta como se comporta la protagonista». Quien haya leído el libro lo entenderá. Y quien no, ya tarda en echarle un vistazo: se lee rápido y se digiere muy lento. Un poco como Berger. Aún quedan días de verano. Aprovéchenlos.
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