La mirada hacia lo salvaje de Rodrigo Sorogoyen: «No puedo entender que alguien torture a otro ser humano»

Diez años en los que encajar el trabajo que otros dilatan toda una vida. Y, sin embargo, eso no es lo más llamativo de su carrera. Ascensos fulgurantes como el suyo los ha habido antes en España.De hecho, Sorogoyen no tiene un Oscar como Alejandro Amenábar ni ha impresionado a Spielberg como J. A. Bayona ; su milagro está en otro sitio, en otro tiempo. Haber trascendido hasta hacer de su apellido una marca en la cartelera que lleva al público al cine no es sencillo. Menos aún en un momento donde las películas, incluso las de grandes maestros como Scorsese, se venden como «un original» de Netflix, o de HBO, Prime...

«En estos diez años hemos hecho mucho, y también hemos aprendido y hemos crecido. Y hemos tenido mucha suerte», explica el cineasta, que a sus 41 años todavía no ha tenido tiempo de perder la cabeza para hablar en tercera persona de sí mismo. El «hemos aprendido» lo dice refiriéndose a Isabel Peña , la guionista responsable de todas sus películas y pareja indispensable en las entrevistas. Se complementan tanto detrás de la pantalla como delante para hablar de su cine y de su carrera. Y para explicar por qué esa afición a mirar la cara más oscura del ser humano.

«No sabría decirte qué nos pasó de pequeños para ver el mundo así, pero es como lo vemos», dice mientras ríe el cineasta, al que responde Isabel Peña con un enfático «¡si hemos tenido infancias muy felices!». «Esta claro que si ves nuestras películas y nuestros intereses ves que hay algo ahí. Creo que es porque no puedo entender que alguien mate o torture a un ser humano, no me cabe en la cabeza. O que robe un corrupto teniendo dinero. Porque alguien con hambre que roba vale, pero alguien que ya tiene todo...», señala el director. «Más que de carne de suceso, somos carne de la fascinación a veces negativa por el mundo en el que vivimos. Pasan cosas en el mundo que nos asustan, que nos fascinan o nos interesan, y siempre pensamos que podíamos contar una historia para profundizar en ellas», replica la guionista, que para la entrevista para contar un asunto escabroso que le pasó «a la amiga de una amiga» y que, promete, da para un guion. «Nos apetece pensar que algún día podremos llegar a contar una historia que nos ayude a entender por qué funcionamos así».

De ‘As bestas’ , como no podía ser de otra manera, la semilla del guion nació de una página de Sucesos de la prensa, aunque luego germinó en su imaginación hasta convertirse en el enfrentamiento que tienen Antoine y Olga –una pareja francesa que se muda a una aldea del interior de Galicia– con una los Anta, una familia que los quiere echar de allí. Con esos mimbres construyen un thriller claustrofóbico pese a los horizontes infinitos del campo gallego.

La película vendría a completar de alguna manera una trilogía con ‘Stockholm’ y ‘Que Dios nos perdone’ para escudriñar los recovecos de la moral y la ética de los más variopintos personajes. De hecho, ‘As bestas’ estaba en su cabeza en 2015, pero no pudieron rodarla hasta ahora porque la vida –esa suerte de la que hablaba– les fue poniendo delante oportunidades de las que no se pueden soltar. «Era 2015 y estábamos muy emocionados pensando que podía ser nuesta tercera película, pero la vida es así, extraña, y se han ido cruzando historias hasta que hace un año empezamos a rodar. Ese tiempo de vacío es lo mejor que nos ha pasado, porque hemos podido reescribir el guion hasta la saciedad y ahora la película es mejor ahora que lo que podía haber sido entonces», rematan.

Lo dice Sorogoyen con la chulería de madrileño cañí que exuda. También sin impostación ni soberbia. Nadie conoce tan bien lo que hace como él ni el lugar en el que está. Como cuando en 2017, cuando optaba al Goya a mejor director por ‘Que Dios nos perdone’ y recibió a ABC en su casa como «favorito». «Os habéis equivocado de caballo ganador», dijo entonces. Solo el tiempo demostró que era el mejor de su generación.