El pequeño milagro de Hong Sang-soo y sus dos nuevas películas, 'Nuestro día' y 'In water'

El cine de Hong Sang-soo no requiere salsas ni aliño, es producto puro, saludable, de cercanía, con un equipo habitual de actores, escueto de espacios, los interiores de una casa (probablemente propia o cercana), la terraza y los apenas alrededores, con una cámara fija y que se fija, unos diálogos intrascendentes entre los que salta a veces alguna chispa y una acción y argumento que, francamente, hay que ser muy redicho para contarlo en más de dos líneas. En una de sus anteriores y maravillosas obras, 'La novelista y su película', trataba de explicar lo que es ver su cine como algo parecido a untar una sopa de pan en la yema de un huevo frito: algo tan nimio y tan perfecto, sin pretensión, pero insuperable: no ha pasado nada, te la comes y el mundo sigue igual, pero te deja la sensación de que te has enjaulado un pequeño milagro.

Por no embarcar a nadie en un viaje que, quizá, no quiera, hay que decir que cualquier película de Hong Sang-soo puede resultar aburridilla; también, esclarecedora y con un vibrante hilo de sentido del humor si se ve con el espíritu adecuado. Es curioso, pero las actrices habituales de su cine, Kim Min-hee (pareja del director),Lee Hye-young, Seo Young-hwa o la jovencísima Kim Seung-yun son un prodigio de delgadez, elegancia, atractivo y finura de rasgos y movimientos…, y es curioso, porque en las películas de Hong Sang-soo sus personajes femeninos (y masculinos) no paran de comer como limas, beber como esponjas y de fumar y hablar con una serenidad y sabiduría que recuerdan mucho (o sea, nada) al cotorreo de tertulias y revisteos televisivos.

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La primera que se estrena ahora, 'Nuestro día', no trae nada nuevo que no haya tratado en su obra en general, cortita y al pie, menos de hora y media para narrar dos situaciones aparentemente triviales, una actriz (Min-hee) habla con una jovencita (Park Mi-so) sobre la verdad de la interpretación, la sinceridad y la desilusión; se pierde un gato y aparece una guitarra. Y en la otra situación paralela, un viejo poeta pasa la tarde con dos estudiantes a los que les confiesa su amargura porque le han prohibido beber y fumar, lo que no impedirá que en esta película de Hong Sang-soo se coma, se beba y se fume como en el siglo pasado, cuando no éramos tan listos; aquí se pierde el tiempo que sobra y también hay una guitarra. Esa nada en la que está todo.

Y en la siguiente, 'In water', sí decide el director aportar un elemento nuevo a su 'lo de siempre', y es que la filma (él es también el fotógrafo de la película) con un cierto puntito de desenfoque, lo que resulta chocante al principio y adquiere, según avanza, una notable altura espiritual y estética. Es algo molesto para nuestros normales grados de tolerancia, pero tiene su función, su misterio, en una historia tan leve y de absoluta intimidad: un joven director va a hacer una película a un hermoso lugar de la costa, acompañado de una actriz y el fotógrafo; no acaba de encontrar el qué y el cómo de lo que quiere contar (está ciertamente desenfocado), pero un encuentro en la playa con una joven que la limpia de residuos y desperdicios le da una idea…

Son dos películas ingrávidas, que tienen un metraje muy corto ('In water' apenas pasa de la hora) y que solo entretendrán a quien quiera ser entretenido de esa manera tan sutil, tan precisa y a ratos preciosa. Nadie ha salido nunca levitando de una película de Hong Sang-soo, ni tan embriagado como sus personajes, y sí, es cierto, algunas pueden tocarte allí y otras aquí, tocarte más o tocarte menos (aunque creo que su filme 'Ahora sí, antes no', de una pureza, ingenio y belleza ética insuperables, sí puede llevar a alguien a la completa borrachera emocional). Tampoco ha salido nadie de ellas sin haberse aburrido, como poco, un poco. Pero, ahí está, en todas, también en estas dos, la yema de huevo y la sopa de pan para que cualquiera, todos, tengan a su alcance ese pequeño milagro.