COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Desde el río
Porque estos son los mimbres que le quedan a este gobierno desmembrado
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Iniciar sesiónYA nadie se acuerda de aquellos tiempos en los que con un bombón se solucionaban los problemas, «las recepciones del embajador conquistan a sus invitados por su buen gusto internacional», ¡cómo olvidarlo! Aquellos tiempos en los que nuestro país andaba siempre haciendo amigos, como Roberto ... Carlos, y el trabajo de los embajadores consistía precisamente en eso, en actuar con diplomacia ante los distintos gobiernos para procurar, así, afianzar las relaciones internacionales y facilitar la labor de los empresarios españoles, dar cobertura a los desplazados y establecer lazos de confianza entre países. Pero ya nadie se acuerda ni de los bombones, ni del verdadero sentido de la diplomacia, y así nos va. Los recientes episodios nacionales con Argentina y con Israel son un signo de los tiempos, y son una clarísima señal de que nuestro presidente cada día se parece más a un emperador romano en decadencia y de que su vicepresidenta —la que según Felipe González «resta más que suma»—, además de estar encantada de conocerse, tiene pericia para meterse en todos los charcos y para decir digo donde antes dijo Diego y quedarse tan ancha.
La reacción a la proclama de Yolanda Díaz y a su particular celebración de lo urgente y lo necesario y del reconocimiento del gobierno al estado palestino, que terminó con la vieja proclama «del río hasta el mar», no se hizo esperar. Que, evidentemente, todos estamos en contra de las guerras y nadie, en su sano juicio justificaría, en la actualidad, un conflicto bélico y deshumanizado como el que mantienen Israel y Palestina desde el pasado mes de octubre. Pero cuando uno dice lo que no debe, termina escuchando lo que no quiere, y las palabras del ministro de Asuntos Exteriores israelí no dejaban lugar para la duda «esta persona ignorante y llena de odio» decía en clara alusión a la vicepresidenta, justo antes de cortar relaciones entre la embajada de España en Israel y los palestinos y de cerrar el consulado español en Jerusalén.
Y como el niño pillado en un renuncio, tiempo le ha faltado a la eternamente Yolanda para desdecirse; que no, que era bromita, que yo no dije eso, que no soy antisemita, que yo quise decir «Israel y Palestina». Y tiempo le faltó también al ministro Albares para restar importancia a las palabras de la vicepresidenta o, mejor dicho, para desacreditarla una vez más.
Porque esos son los mimbres que le quedan a este gobierno desmembrado. Un sálvese quien pueda que nos deja a los españoles a los pies de los caballos. Un despropósito detrás de otro que puede desencadenar una crisis internacional a las puertas de las elecciones europeas. «¿Quién le habrá contado eso?» dijo Felipe González en relación a las palabras de Yolanda Díaz, los ríos, el mar y el conflicto entre Israel y Palestina. Más le habría valido a la vicepresidenta leerse a Jorge Manrique que ya lo dijo muy claro, y no le faltaba razón: «nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que es el morir».
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