COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Los perros dicen guau
Ni que decir tiene que a Sánchez lo recordarán por haber formado y potenciado un gobierno tan mamarrachero como el que tenemos
Tal vez yo no lo vea, y usted tampoco, pero la historia se encargará de ponerle apellidos al gobierno de Pedro Sánchez y sus socios. Y no resultará difícil apellidar al peor gobierno de la historia democrática —y, si me apuran, de la otra también— ... de este país. Seguramente pasará a los libros de texto por haberse cubierto de gloria poniendo sobre el tapete los debates más estériles y por haber legislado las cuestiones más peregrinas, alimentadas en gran parte, por la teoría de los cristales rotos y por un afán absurdo de notoriedad. Ni que decir tiene que a Sánchez lo recordarán —¿lo recordarán?— las generaciones futuras, no solo por los años de la pandemia, sino por haber formado y potenciado un gobierno tan mamarrachero como el que tenemos y que nunca defrauda en su mamarracherismo, si me permite el término.
Casi medio centenar de leyes lleva aprobadas el ejecutivo de Sánchez en esta legislatura y la mayor parte de ellas se han negociado en medio de un clima de crispación y polarización, provocado por el mismo equipo de Gobierno, que ni siquiera en esto han disimulado. Y aunque desde el ejecutivo insisten en la «ampliación de derechos y libertades» de la ciudadanía, lo cierto es que en su mayoría no han sido refrendadas, ni demandadas por la mayoría de los ciudadanos, como la regulación de la eutanasia, la nueva ley de Educación o las tristemente polémicas Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y la del «solo sí es sí», que solo han servido para poner en evidencia que Sánchez y sus amigos no lo son tanto, ni lo pretenden. A esto se suma la recientemente aprobada ley de bienestar animal, como otro clarísimo ejemplo de que no hay situación que no pueda empeorar, aunque en esta ocasión han conseguido poner de acuerdo tanto a los animalistas como a los cazadores, poniendo de manifiesto aquello de que los extremos se tocan. Representantes del PACMA lamentaban que la aprobación señalaba el calendario con «un día negro para los animales», y los ganaderos aseguran que «están rompiendo la cadena de la naturaleza».
Yo, que no fui tocada por el espíritu franciscano y que no tengo demasiadas simpatías por el mundo animal, no dejo de pensar que contra Sánchez se vive mucho mejor, y también lo harían los animales; aunque si le soy sincera, lo del cursillo obligatorio para tener un perro en casa no me parece del todo mal si tenemos en cuenta que en los bloques de viviendas hay cada vez menos personas y más perros, pero eso es otra historia.
La medida de la ministra Belarra es un disparate más que sumar a la lista de los perpetrados por este gobierno. Y uno ya no sabe si tomársela en serio o no, porque a este paso —y aprovenchando la fecha— lo único que le ha faltado a este gobierno es decir aquello del Selu «los perros dicen guau, los gatos dicen miau, y nosotros decimos ¡Viva el carnaval!».
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