Complemento Circunstancial
La parte contratante
Una cosa es el examen y otra muy distinta el complicado sendero de las ponderaciones
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Iniciar sesión«Después de todo, todo ha sido nada» escribía Pepe Hierro en uno de sus poemas más prosaicos que, titulado Vida, podríamos aplicar a cualquier cosa en este país en el que ya nos hemos acostumbrado a que «todo no era más que nada». Ya ... ve, mañana casi cincuenta y tres mil estudiantes andaluces procedentes de Bachillerato y de Formación Profesional de Grado Superior comenzarán la prueba para el Acceso a la Universidad, que aquí se llama PevAu y que en otras comunidades recibe el nombre de EBAU, EvAU, ABAU, EAU, PAU o PAEU -según el gusto de sus responsables políticos- que traducido resulta, la antigua Selectividad. Una prueba, la de este año, que se presuponía llena de cambios por aquello de la LOMLOE y por los catastróficos resultados de los informes PISA, que siempre nos dejan a la cola de Europa en cuanto a comprensión lectora, sobre todo.
Pero ya se lo dije al principio, «después de tanto, todo para nada», porque a finales del año pasado, y ante el panorama incierto que dibujaban las elecciones, el Ejecutivo decidió darle un respiro a la reforma y aplazar la evaluación de la «madurez académica» del alumnado, que se esperaba como una de las grandes apuestas de la nueva Selectividad, hasta 2028.
Así, la prueba a la que se enfrentan nuestros jóvenes en este año, no difiere en casi nada —con la incorporación de Historia de la Filosofía a la fase de acceso en competencia con Historia de España— respecto a las últimas convocatorias, marcadas por la pandemia, las clases virtuales, los turnos de presencialidad y la barra libre de preguntas y respuestas que pretendían allanar el camino a la universidad. Un camino, ya de por sí, bastante llano, si tenemos en cuenta que más de un noventa por ciento de los estudiantes pasan las pruebas, lo que, sin embargo, no garantiza el acceso a los estudios universitarios elegidos por aquella cosa del torticero 14 marcado en el horizonte de las carreras más demandadas.
Porque una cosa es el examen —se llame como se llame y se vista como se vista— y otra muy distinta el complicado sendero de las ponderaciones, las notas de corte, el distrito único, las listas de adjudicaciones, las bondades económicas del sistema de matriculación en Andalucía y esa fórmula del 0.6NBM+0.4CFA+aM1+bM2, cuya aplicación decide el futuro de la gente y que parece sacada de la mente de Groucho Marx.
La parte contratante de la primera parte que esta semana tendrá en vilo a nuestros jóvenes y que volverá a poner de manifiesto la inoperancia de un sistema educativo con diecisiete atajos y diecisiete maneras de evaluar el acceso a la Universidad en este país.
Mientras no se aborde, de manera integral, el tema del acceso universitario y se establezca un sistema único que garantice la igualdad y la equidad entre las comunidades autónomas, que establezca las bases para que no se produzcan situaciones tan surrealistas, tendremos cada año la misma cantinela, el mismo galimatías, el que Pepe Hierro resumió de manera magistral «Grito ¡Todo!, y el eco dice ¡Nada!»
Pues eso, la misma Selectividad de siempre. ¡Mucha suerte a los que se examinan!
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