COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Leer sin leer
La comprensión lectora es la gran asignatura pendiente de los colegios y del alumnado en Andalucía
Lo más difícil es asumirlo, siempre ocurre. Empezamos por negarlo, por enfadarnos, luego intentamos compararnos, buscar culpables y al final, admitimos que así son las cosas y así tienen que ser. Ya lo dice el refrán: lo poco espanta, y lo mucho, amansa, y llevamos ... tantos años escuchando la misma música que estamos amansados y curados de espanto. Los niños y niñas andaluces están, otra vez, entre los peores en matemáticas y en ciencias de toda la Unión Europea; también ocupan los peores puestos de la lista en cuanto pensamiento creativo —cuesta creerlo, pero los datos así lo corroboran— y, por supuesto, están por debajo de la media nacional en lectura comprensiva. Hace años, le habríamos echado las culpas al sistema, a las políticas educativas, a los presupuestos o cualquier otra circunstancia que se nos cruzara por el camino.
Pero hoy se hace complicado aceptar que, en una sociedad mayoritariamente alfabetizada, en la que es obligatoria la escuela hasta los dieciséis años, donde nunca fue tan fácil informarse y formarse sobre cualquier asunto, con casi un treinta por ciento de la población que tiene estudios universitarios y donde hay más oportunidades que nunca para el aprendizaje, nuestros niños y niñas siguen empeorando su rendimiento en materias básicas como las ciencias y las matemáticas, por no hablar del pensamiento crítico que a ese, en el mundo que vivimos, ni está ni se le espera. Algo está fallando y no somos capaces de identificar dónde está el problema. Nos conformamos con encogernos de hombros y decir «qué le vamos a hacer, estos niños y niñas cada vez vienen peor de sus casas, no tienen disciplina, no tienen interés».
Luego, nos quejamos de que la gente se traga todos los bulos, abraza todos los populismos y aceptamos el «cuñadismo» como animal de compañía. Pero todo esto no explica lo más importante: no es lo mismo saber leer y escribir, que saber qué se lee y que se escribe. Los niños y las niñas no solucionan bien los ejercicios matemáticos, no porque no tengan a mano una calculadora que les ayude a resolver las operaciones, sino porque no entienden los enunciados de los problemas que se les plantean. Los niños y niñas no entienden el lenguaje científico, no entienden el lenguaje filosófico. Leen en español, pero les parece chino.
La comprensión lectora es la gran asignatura pendiente de los colegios y del alumnado en Andalucía; pese a la implantación de las dos horas y media semanales de lectura obligatoria en la escuela, los niños y niñas siguen sin entender la mitad de lo que leen, porque han asumido que «lo difícil» forma parte del aprendizaje. Dicen «no entiendo las matemáticas», pero, en el fondo, están gritando «no entiendo qué significa esto» y, sobre todo, «no entiendo para qué sirve esto».
No se trata de leer muchas horas, sino de entender que la lectura no debe ser una obligación —otra más del currículo— sino una herramienta necesaria para comprender el mundo que nos rodea y desarrollar las habilidades que la sociedad de hoy exige.
Y luego, ya veremos los resultados.
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