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COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

El efecto tiburón

Parece que todo lo que haga y diga Pedro Sánchez tiene su propia banda sonora de solo dos notas

Yolanda Vallejo

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Hace cincuenta años un tiburón blanco que nadaba en las tranquilas aguas de Amity sembró el pánico en el mundo entero. Ya sabe, aquello del efecto mariposa, pero a lo grande. De Algeciras a Estambul, también. De cómo cambió la industria del cine, de cómo ... Steven Spielberg dio con la fórmula del «blockbuster» veraniego y de cómo despertó en el inconsciente colectivo –con solo dos notas musicales– un miedo atávico a lo que acecha bajo la superficie, a lo que no vemos, se ha hablado en estos días de aniversario hasta la saciedad. La realidad, en este caso, aún no ha sido capaz de superar a la ficción y aunque los datos confirman que los tiburones apenas causan la muerte de diez personas al año en todo el mundo, a partir del estreno de la película ya nada volvió a ser lo mismo. Un trauma mundial, sin duda, el que originó «Tiburón», una película de bajo presupuesto y rodaje caótico, abocada al fracaso que, se convirtió –contra todo pronóstico– en un fenómeno de masas aterrorizadas. La gente dejó de ir a la playa, o al menos, tenía reparos antes de meterse en el agua, incluso en la de las piscinas.

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