COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
El año de la serpiente
2025 se presenta como un año clave para el gobierno de Andalucía, un año en el que consolidar las bases sobre las que tenemos que construir nuestra imagen
Mientras volvemos, lentamente, a la normalidad después del empacho navideño, guardamos las figuritas del Belén, descambiamos los regalos que —hay costumbres que no cambian— dejaron, con las prisas de la lluvia, los Reyes de Oriente, y pensamos cómo vamos a subir esta cuesta de enero, ... se nos ha colado en el almanaque el año de la serpiente. Dicho así, y más en Andalucía, dan ganas de salir corriendo y tocar madera, que lo de «mentar la bicha» no tiene buena prensa por aquí, pero creen los chinos —al fin y al cabo, el calendario es suyo— que las serpientes se relacionan con la buena fortuna financiera, porque son un símbolo de regeneración que cambia de piel para liberarse del pasado y que representan un momento de reconstrucción, de consolidación y de avance. Nunca lo hubiera visto así, la verdad, pero basta con echar un vistazo a los datos de crecimiento económico de nuestra comunidad autónoma para darle, al menos, una oportunidad a la serpiente.
Andalucía ha registrado, en el último año, significativos avances en empleo —lidera la bajada del paro en todo el país—, en tejido empresarial y en desarrollo económico, consolidándose como un referente de crecimiento a nivel estatal. Y no, no se trata de lanzar las campanas al vuelo ni hacer un ejercicio de ombliguismo, porque seguimos teniendo un talón de Aquiles muy débil en la gestión de la Sanidad Pública —lo de las setenta y dos horas para conseguir cita con el médico era un cuento chino— y en la Educación, donde ocupamos las últimas bancas de los informes nacionales; pero tampoco se trata de seguir tirándonos piedras contra nuestro propio tejado y ya va tocando sacar pecho y empezar a creernos que lo que hacemos bien, lo hacemos muy bien.
Porque mientras el gobierno central sigue perdido en su propio laberinto cumpliendo el voto de obediencia ciega al tuerto de su líder, que ya no sabe cómo llamar la atención de los ciudadanos para que se fijen en el dedo y no en la luna, en Andalucía se reduce la deuda, se atrae inversores, es líder en energías renovables, invierte en I+D+i, se retiene el talento de nuestros jóvenes investigadores y se apuesta por la cultura y las nuevas tecnologías; y no lo digo yo, que para eso están los datos.
2025 se presenta como un año clave para el gobierno de Andalucía, un año en el que consolidar las bases sobre las que tenemos que construir nuestra imagen, lejos ya de escándalos y corrupciones, de tópicos y sambenitos, de desprecios y de maltrato. De aquella «Andalucía imparable» de los gobiernos socialistas a esta Andalucía que ya no quiere parar.
El año de la serpiente puede ser nuestro año, el año de los andaluces. Pero hay que tener cuidado, que ya sabemos cómo se las gasta la bicha —si no, que se lo digan a Adán y Eva— y hasta dónde puede llegar con sus engaños y sus encantos. Así que mejor será que toquemos madera y que Dios nos coja confesados.
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