OJO DE HALCÓN
El entusiasmo socialista por Vox
No hay motivos para creer que Vox haya llegado a ser la primera fuerza en Andalucía
Las golfadas demoscópicas de Tezanos tienen una ventaja: desvelan los intereses del sanchismo
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Iniciar sesiónEl diario El País abría el lunes con una encuesta elevando a Vox a primera fuerza en Andalucía. El PP sería tercero tras el PSOE. Sorprendía la noticia, y tanto, en una comunidad donde el PP gobierna con mayoría absoluta. Claro que la encuesta no ... se refiere a las elecciones andaluzas sino a las generales, en las que por cierto también ganó el PP en 2023, aunque con menos diferencia. Pero incluso dando por hecho que el PP viene acumulando errores que están facilitando el ascenso de Vox —desde luego ha pescado en los terribles incendios del verano— se trata de una encuesta poco verosímil. Y no por provenir de El País, sino porque se trata de un panel online, un tipo de sondeos que pinchan en su representatividad, al tratarse de voluntarios con perfil digitalizado, lo que deja fuera otros poco conectados como los mayores o el ámbito rural. Por el contrario, los sondeos telefónicos tradicionales resultan mucho más fiables, toda vez que permiten seleccionar la muestra con más rigor y dirigir el cuestionario de manera más profesional, no automatizada, para explorar el voto real. Por añadidura, las submuestras regionales, más allá de ese problema, son demasiado pequeñas para resultar consistentes. Tratar de proyectar la realidad de Andalucía en trescientos panelistas no cuela.
No hay motivos para creer que Vox haya llegado a ser primera fuerza en Andalucía. Es un partido al alza, que puede estar rondando el 18% y quizá desafíe la cota del 20%. En cambio, sí hay un hecho objetivamente incontrovertible: el PSOE está entusiasmado con el auge de Vox, porque necesitan el relato de la amenaza de la ultraderecha para tensar y movilizar. No se les cae el mantra de la extrema derecha ni por un minuto. Necesitan abonar ese auge. Tezanos, de hecho, eleva a Abascal a segunda opción preferida por los españoles para presidir el país, aunque a la vez tenga la peor nota de todos los candidatos. Lo del CIS ya no es sólo indigno, sino casi delictivo, bordeando la malversación. Pero las golfadas demoscópicas de Tezanos tienen al menos una ventaja: permiten saber qué le interesa transmitir al sanchismo. Y sin duda es ese auge de Vox para construir el relato de la amenaza de la ultraderecha con el que movilizar el voto socialista. Eso es todo.
La mentira sanitaria
El PSOE vuelve al raca raca de la sanidad. Desde el primer año, pero sobre todo tras la pandemia, han confiado en que los problemas sanitarios fuesen el vaciadero de votos para el Gobierno del PP. Es un hecho que la sanidad se ha deteriorado, con problemas que se dan en todas las comunidades, más allá de la gestión. Un dato ya ayuda mucho a entender el colapso: en España hay diez veces más octogenarios que en la Transición. La portavoz socialista volvió esta semana al discurso jupiterino, o más bien chillón, para denunciar que la derecha quiere destruir la sanidad pública desalmadamente y hacer negocios concertando con la privada. El problema para el PSOE no es sólo que en sanidad, como en vivienda, el PP tenga mejores números que el PSOE… sino que esa metralla retórica de la destrucción de la sanidad pública está aparatosamente alejada de la realidad. Esta semana Juanma Moreno los planchaba en la sesión de control al dar un dato relevante: por primera vez en la historia, Andalucía está por encima de la media nacional en gasto sanitario por habitante. Se ha salido del furgón de cola con un incremento potentísimo del presupuesto sanitario. Por demás, es obvio que esto no cambiará nada. Seguirán con el raca raca de la derecha contra la sanidad pública y todo ese blablablá confiando en que dé rédito electoral.
El (d)efecto Marisú
El modo electoral está ya activado. El primer pleno ha mostrado muchas de las cartas. La izquierda se aferra, sanidad aparte, al auge a Vox; y Vox no se lo pone difícil al percutir de nuevo sobre la inmigración, su asunto estrella con el que presionan sobre todo al PP, que tiende a perder el pie en el centroderecha cuando corre a disputársela. En el PP andaluz de momento no sucede. San Telmo no renuncia a la carta de la moderación, a sabiendas además de que son el único partido en el carril central. Y además la inquietud inicial con la candidatura de María Jesús Montero ya se ha disipado. De hecho, todavía puede empeorar la situación de ella con los presupuestos, en los que se juega los límites de su desprestigio de aquí a fin de mes, apenas quince días para llevarlos al Congreso. Después de media legislatura sin presupuestos, algo insólito no ya en Europa sino en España, puede ser la puntilla.
El aprieto para Montero es que ejerce como mano derecha del sanchismo y todo allí le perjudica como candidata andaluza. La negociación de los presupuestos con los secesionistas da vértigo; y todavía queda la financiación, que hasta el PSOE andaluz se ha sumado a reclamarle ya por pura vergüenza. Esta semana, ella trataba de hacer de la necesidad, virtud, y usar la derrota de Yolanda Díaz desde Twitter: «Los 25 diputados andaluces de Moreno Bonilla votan en contra de la reducción de la jornada laboral…». Y es cierto. Pero no parece que sea un mal trago para los que votaron en contra. En el PP no creen, como otros muchos sin ser del PP, que la reducción de la jornada estuviese bien planteada. Más bien, como sostuvo Juan Bravo en el debate, «la reducción llegará pero no por la imposición del Gobierno» sino por la evolución natural del mercado laboral. De entrada, el Gobierno plantea una falsedad: bajar de 40 a 37,5 horas, cuando la realidad actual en España ya es de 38,3 horas. Hay millones de españoles, casi diez millones, que ya han alcanzado esas horas. Pero hay sectores que no pueden encajarlo por decreto, y saben que sólo avanzarán por convenio colectivo. Así que pinchan en hueso. Y el tuit de Montero tiene cierto efecto bumerán: ha servido para recodarles que en efecto los 21 diputados del PSOE votaron a favor de la amnistía y de cada cesión a Cataluña y País Vasco para comprar sus votos.
Montero, entretanto, seguirá atada al sanchismo. Hoy mismo estará en Málaga con el presidente, en un mitin disfrazado de visita gubernamental a una promoción de VPO para que el mitin se lo pague el Estado, o sea, todos de nuestro bolsillo. En campaña, como en la guerra, parece que vale todo.
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