SEVILLA AL DÍA
Multa y bache
A los usuarios de la A49 les obligan a viajar a ritmo de carretera de pueblo y a seguir rezando para no sufrir una avería por culpa del Estado
Las que nos teñimos las canas antes de claudicar y peinarlas, recordamos los viajes eternos en coche para cubrir trayectos que hoy en día se hacen a diario. Viajar a la playa podía ser toda una epopeya si dentro del vehículo se hacinaban los pasajeros ... entre maletas y sillas de playa introducidas literalmente a presión. Súmale el inexistente aire acondicionado de unos vehículos sólo provistos de ventanillas accionadas manualmente, para hacer aún menos confortable la estampa. Las medidas de seguridad que hoy en día ya tenemos interiorizadas, como ponerse el cinturón o colocar correctamente la carga, eran reglas desconocidas antaño. El Estado se ha esforzado durante años en concienciarnos bajo la perenne amenaza de la multa y con el objetivo loable, eso sí, de reducir las cifras de siniestralidad en las carreteras.
Contradicciones de la vida, ahora ese mismo Estado, que no cede en su carácter punitivo cuando se trata de seguridad vial, es el responsable de la situación que vivimos los usuarios de la A49 y de otras autovías -sí, sí autovía es su definición de origen- que presentan no sólo una deplorable conservación, es que además son vías que se han convertido en trampas peligrosas simplemente por no haberse llevado a cabo un mantenimiento permanente y óptimo. Coger la carretera a Huelva es garantizarse un viaje sinuoso durante el cual el conductor con más pericia al volante tratará de sortear los cientos de baches que han desgarrado de principio a fin la principal vía de comunicación entre Sevilla y la otra capital andaluza más cercana no sólo en número de kilómetros. La autovía de los topos, me atrevería a decir, obliga a sus usuarios a viajar a ritmo de carretera de pueblo y a seguir rezando para no sufrir una avería por culpa del Estado. Esta semana pasada, sin ir más lejos, se cortaba un buen tramo porque se había hundido parte del asfalto abriéndose un agujero de dos metros de profundidad.
Y como los arreglos definitivos nunca llegan y las mejoras anunciadas por el Gobierno central consisten en esencia en parchear los baches, Tráfico se ha visto obligado a rebajar la velocidad en algunos de los tramos. Unas limitaciones de velocidad que en caso de incumplimiento y radar mediante, puede dejar al usuario con el bolsillo tiritando con la misma intensidad que la amortiguación castigada de su vehículo.
La situación tercermundista de la A49 es una realidad que se arrastra hace años. La falta de una actuación integral y consistente sólo ha hecho que el problema se siga agravando. Los usuarios son los únicos que están pagando las consecuencias de una política negligente que ahora puede dejarnos también multas.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete