A ti, Mamen

Le cuento señor presidente. María del Carmen Jiménez ha sido condenada de por vida sin ni siquiera haber sido juzgada. Su pena llega cada noche, cuando trata de arañar unas pocas horas al desvelo. Su salud le pide a gritos que lo intente, pero en su cabeza se activa una vieja moviola que siempre proyecta la misma película de terror. Ésta arranca en la noche del 1 de noviembre de 2022. Mamen abre la verja de su casa y nada más cruzar el dintel, una fuerza la obliga a mirar al suelo. Allí tirado halla el cuerpo de un joven deportista que soñaba con ser policía. Un niño que acababa de cumplir los 18 años y apenas llevaba unas pocas semanas en la universidad. Un ser cargado de vida al que se la sacaron de un cruel navajazo. La película acaba con una madre arrodillada ante el cadáver de su hijo, agarrándole una de sus manos mientras le pide: «Jesusi aguanta». El último hálito se escapa por la herida del pecho.

Mamen despierta sobresaltada y lo vuelve a intentar. Pero la maldita moviola la devuelve a aquella noche y a esa verja...Y así un día tras otro.

Esta mujer, señor presidente, no ha tenido ni tendrá cinco días para reflexionar. Sin embargo ha sacado fuerzas como muchos españoles anónimos que sobreviven al día a día, para emprender una lucha encomiable. Su objetivo es que de una vez por todas se reflexione sobre la actual ley del menor, insuficiente de manera clamorosa cuando se trata de enseñarle al infractor las consecuencias de sus actos. Y hay casos que lo avalan. Recuerden a Sandra Palo y al malnacido del Rafita. Resulta incomprensible que un joven de 16-17 años esté capacitado para trabajar, pero se le presuma inmadurez cuando comete un crimen atroz. Saber que el precio que se paga es pequeño cuando no se tienen los 18 años aún, es poco aleccionador; además de ser una perversa arma que usan las bandas a la hora de echar mano de los más jóvenes para que delincan en su nombre. Les sale barato. Por eso Mamen tiene razón y esta sociedad se lo debe.