Errores populares

Las mayorías holgadas, duraderas y sin necesidad de vender el alma al diablo, se obtienen ganando el espacio de la moderación

El viento de las encuentas sobre intención de voto sopla favorable para la derecha española. Unos números que han llevado al PP y a VOX a intensificar el discurso revisado de aquel 'márchese señor González' que Aznar convirtiera en mantra. Para los de Abascal el ... anticipo de las elecciones en estos momentos -de cumplirse lo que dicen los sondeos- es vital porque pasaría de ser una fuerza emergente a convertirse en clave esencial para que los populares regresen a la Moncloa. Y es precisamente con ese crecimiento de la extrema derecha cuando el PP debería marcar distancias más pronunciadas, detenerse en la alocada estrategia diaria de desgaste del adversario político y trabajar como única opción y no compartida de cambio de Gobierno. En Génova seguro que recuerdan que en este país las mayorías holgadas, duraderas y sin necesidad de vender el alma al diablo, se obtienen ganando el espacio de la moderación. Es, ese inmenso terreno por el que transitan tantísimos españoles, capaces de votar a diestra y siniestra, porque sólo quieren un estado de bienestar con la mayor limpieza posible en sus instituciones. Unos ciudadanos hartos de esa polarización que lo ha contaminado todo, reduciendo cualquier cuestión a una pelea de fachas y rojos. Y todo aquel que trata de zafarse de esa absurda dicotomía es un apestado. Porque desde que uno se levanta hasta que se acuesta está obligado a posicionarse sobre todo, a expresar una opinión aunque carezca de ella.

El PP tiene enfrente lo que le ha supuesto al PSOE gobernar por narices o lo que es lo mismo, sin haber ganado las elecciones, pactando con una amalgama de partidos entre los que se incluyen aquellos que luchan contra la propia concepción de España como estado. Frente a las obligadas concesiones para mantenerse en el Gobierno que realiza Pedro Sánchez, está el ejemplo del gobierno tranquilo de Juanma Moreno en Andalucía, en virtud de una mayoría absoluta labrada gracias a un estilo diametralmente opuesto al de Ayuso. No, la presidenta de Madrid no es el ejemplo que debe seguir Feijóo. Los españoles necesitamos discursos que nos unan, que rebajen tensiones y eliminen crispaciones. Estamos cansados de que nos hagan trampas al solitario, generando polémicas estériles para tapar asuntos feos.

Tampoco anduvo acertado el gallego compartiendo escenario mitinero con Mazón al que hace mucho tiempo que el PP tuvo que haber dejado solo. Poner por encima de las personas, la aritmética parlamentaria es un juego que le va a acabar pasando factura a Pedro Sánchez y eso debe tenerlo presente el líder del PP. Lo ocurrido en Valencia fue de tal gravedad que será muy difícil que la memoria colectiva lo olvide. No debería hacerlo tampoco Feijóo.

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