desde la cornisa
Educando en el mangoneo
Compensa pringarse porque al final la caída no es tan dura y siempre habrá quien te vote
Querido contribuyente: hace unos días que se cerraba el plazo para rendir cuentas con Hacienda. Normalmente, a finales de junio llegan sin hacerla aquellos a los que les toca pagar y demoran el desagradable momento hasta el último instante. Unos estoicos ciudadanos a los que ... se les ha juntado: el cabreo consiguiente cuando la declaración sale en contra; además de tenerse que zampar -un año más- la publicación de la lista de morosos, muchos de los cuales viven mejor que uno. Y para rematar, presenciar la entrada en prisión del tercer hombre más poderoso del partido que gobierna este país por presuntamente mangar dinero que no le correspondía a través de contratos públicos. Admitámoslo, a muchos se nos queda cara de imbécil amén del mosqueo que quema las entrañas porque cumplir con las reglas no te quita el sueño, pero te provoca, según qué ejemplos, mala leche.
La mala bilis no es la mejor herramienta para educar a una sociedad en el cumplimiento de las normas. Seguimos desechando oportunidades para construir un país donde el mangante sea el apestado que paga las consecuencias de manera definitiva, sin posibilidad de levantar cabeza hasta que no haya respondido a cada una de sus deudas. Esta España del siglo XXI, que se jacta de ser moderna en escenarios internacionales, sigue siendo el estado donde la corrupción se tapa, se justifica e incluso se anhela imitar porque al corrupto nunca le va mal del todo cuando le pillan.
Compensa pringarse porque al final la caída no es tan dura y siempre habrá quien te vote o incluso quien te confiese al oído que hubiera hecho lo mismo. Y no, no hablo sólo de la falta de capacidad a la hora de recuperar el dinero de los morosos y defraudadores; o de las consecuencias penales que conlleva la comisión de delitos como el blanqueo de capitales. Hablo también de la connivencia social cuando se trata de censurar las conductas irregulares de los que consideras afines ideológicos.
En un estado de derecho fuerte no habría debate alguno y las tertulias tendrían que dedicarse en estos días a otra cosa. La idea es clara y no admite discusión: se han producido hechos muy graves en el seno del Gobierno por unos individuos elegidos a dedo por el presidente. Ya sea por complicidad o por inutilidad a la hora de detectar las manzanas podridas en su entorno más próximo, no queda más camino a la honradez y la profesionalidad que la puerta de salida. No se puede gobernar un país si ni siquiera se puede mantener limpia tu propia casa. Lo dijo el propio Sánchez en aquella moción de censura que ahora le persigue. Pero a pesar de tantas mentiras, se siguen oyendo argumentos de los más peregrinos con tal de sostener lo insostenible. Argumentos y votos, que sólo alimentan una idea: lo honrado no compensa. Larga vida al mangante.
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