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Reloj

Te preocupaba el tiempo, no los relojes; te preocupaba la luz, no las horas encerradas en la esfera

Imagen de una parte de la maquinaria de un reloj ABC
Antonio García Barbeito

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Te apagaron de pronto la tarde, como quien le echa una caldera de agua a las seguras brasas de una candela. Era otoño recién estrenado, el último sábado de septiembre, y alguien convirtió en negras las doradas uvas de los racimos de la vendimia, alguien ... te apagó las uvas que dormían en la cepa con un sueño de alba fresca y hermosa. La tarde, sometida a los relojes, cumplió obligada noche empujada por las noticias oficiales. No sabes si a Sabina le habían robado ya el mes de abril, pero a ti te robaron las últimas luces vespertinas de finales de septiembre, a ti te robaron el crepúsculo que pinta de oro la raya del horizonte que da al mar. Al amanecer, despertaste desorientado, y por las primeras tardes del cambio de hora vagaste por la vega con un pie en el reloj y otro en el lubricán. No sabías si obedecer a los relojes o entregarte, lejos de las manillas, al hermoso abrazo de la luz que ya buscaba pintores.

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