Vuelta a Suresnes
El ególatra Sánchez quiere volver a Suresnes y reescribir la historia del PSOE que protagonizó Felipe González
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Iniciar sesiónLa mayoría de los políticos socialistas andaluces piensan que el actual desafecto de su partido por la figura de Felipe González es un disparate. Pero, en este penoso proceso de deglución de sapos que supone la convivencia forzada con el sanchismo, te lo justifican diciendo ... que es un amargo trance que el partido tiene que pasar para fundar el PSOE de la modernidad. El concepto freudiano de matar al padre; desprenderse de las referencias del pasado para comenzar una nueva etapa vital. Pero lo que está haciendo el PSOE de Sánchez al liquidar la figura de Felipe no es un salto al futuro, sino una involución al pasado. Es corregir el resultado de Suresnes, el congreso celebrado en 1974 y del que nació el modelo de partido que congregó durante décadas a la mayoría social de este país. En la pequeña localidad francesa cercana a París se enfrentaron el viejo aparato socialista del exilio, liderado por Rodolfo Llopis, y los jóvenes dirigentes que residían en España y que estaban al tanto de los movimientos reformistas, todavía primarios, que se estaban generando en los estertores del régimen. En Suresnes se dirimió un pulso político, pero sobre todo emocional: la generación de la Guerra Civil frente a los jóvenes que miraban al futuro; los que pelearon contra el franquismo frente a los que reclamaban el tránsito a la democracia. La historia es bien conocida: el eje renovador de los socialistas vascos y andaluces, liderado por Felipe González, se impuso a los dirigentes del exilio y el PSOE protagonizó el viraje que le iba a permitir desprenderse de las mochilas del pasado y entrar en la modernidad. Un viraje cuya evolución ideológica culminaría en 1979 con la renuncia al marxismo.
Lo que pretende Sánchez es ahormar el PSOE que hubiera sido en 1974 si el «pacto del Betis» no le hubiese quitado el control del partido a Llopis. Un socialismo radicalizado, anclado en la esencia marxista, obsesionado con la Guerra Civil y alejado de la reconciliación que supuso la Transición. Un partido autoritario y controlado desde la cúpula. Sánchez, probablemente el político más ególatra que ha dado la democracia española, quiere volver a Suresnes y reescribir la historia del partido que protagonizó Felipe González. Por eso le sobra el expresidente español, el líder que dirigió, con sus luces y sombras, la gran transformación de la sociedad española. Desprecia a Felipe -el factótum que propició desde la sombra su defenestración en su primera etapa de secretario general- en la misma medida que considera amortizado el hábitat político en el que González ejerció su liderazgo. Sánchez se cree llamado a protagonizar proceso constituyente que alumbre una nueva era en el PSOE y en España, pero si se aleja del modelo que nació de la Constitución no será un camino de progreso, sino un retroceso hasta las etapas más tenebrosas de nuestra historia.
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