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Pásalo

Los reyes del swing

Se va un año abominable pero lo que viene no me gusta nada

Frank Sinatra ABC
Felix Machuca

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El año ha sido tan oscuro como aquel bar al que le cantaban los Lone Star, el de las húmedas paredes, covacha de perdedores con vitola de carne de cañón. Ni toda la ginebra con la que adobó su hígado Emy Winehouse, en su suicida ... obstinación de regresar al luto, ni todo el güisqui con el que Morrison le cantaba con dolor a la luna de Alabama, son capaces de ponerle al bisiesto en su boca el aliento de la esperanza, machacando hasta el último día el estribillo pendenciero de su condición. Han sobrado réquiems y han faltado bulerías. Como las que Mercé, adelantándose a los profetas de la calamidad, nos ponía a salvo de los aerosoles malignos cantándonos «aire aire, pasa pasa / que tenga las puertas abiertas la alegría pa la casa». A merced de los malos tiempos entregamos la libertad de movimientos y la otra, la libertad que poco a poco nos han ido recortando con la coartada del bicho. Una libertad que es probable que hayamos perdido para siempre. Porque el mundo gira y gira, como cantaba Jimmy Fontana, y quién sabe si en alguna de esas vueltas volveremos a ser lo que fuimos o nos pintarán de amarillo para convencernos que la eficacia te hace más feliz que la democracia. Las masas ya no se rebelan. El neoliberalismo ha palmado. Y el comunismo capitalista es la nueva revolución. No fue Fidel el que mandó parar, como cantaba Carlos Puebla. Es Xi Jinping el que canta por peteneras de Wuham…

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