Pásalo
Los reyes del swing
Se va un año abominable pero lo que viene no me gusta nada
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEl año ha sido tan oscuro como aquel bar al que le cantaban los Lone Star, el de las húmedas paredes, covacha de perdedores con vitola de carne de cañón. Ni toda la ginebra con la que adobó su hígado Emy Winehouse, en su suicida ... obstinación de regresar al luto, ni todo el güisqui con el que Morrison le cantaba con dolor a la luna de Alabama, son capaces de ponerle al bisiesto en su boca el aliento de la esperanza, machacando hasta el último día el estribillo pendenciero de su condición. Han sobrado réquiems y han faltado bulerías. Como las que Mercé, adelantándose a los profetas de la calamidad, nos ponía a salvo de los aerosoles malignos cantándonos «aire aire, pasa pasa / que tenga las puertas abiertas la alegría pa la casa». A merced de los malos tiempos entregamos la libertad de movimientos y la otra, la libertad que poco a poco nos han ido recortando con la coartada del bicho. Una libertad que es probable que hayamos perdido para siempre. Porque el mundo gira y gira, como cantaba Jimmy Fontana, y quién sabe si en alguna de esas vueltas volveremos a ser lo que fuimos o nos pintarán de amarillo para convencernos que la eficacia te hace más feliz que la democracia. Las masas ya no se rebelan. El neoliberalismo ha palmado. Y el comunismo capitalista es la nueva revolución. No fue Fidel el que mandó parar, como cantaba Carlos Puebla. Es Xi Jinping el que canta por peteneras de Wuham…
Leyes han caído durante la clausura que ni se han podido debatir como manda la higiene parlamentaria. De todo el mundo al suelo, el Parlamento pasó a todo el mundo callado. Y España dejó de oler a pueblo, a colegio y a hermanos, a botones de hueso, a cine de verano. Dejó de oler a todo eso, como cantaba Benito Moreno, para que nos quitaran lo bailao, dejándonos en la bastardía de la ocultación, del olor a lejía, de los muertos sin adiós, de los reales decretos, de los vivos sin mascarillas, de los buitres del mercado, del miedo. Del miedo de perderte, libertad, que ya no eres el velero de Perales, sino la patera con la que el negocio de la trata pone a rebosar unas islas que dejaron de ser afortunadas. Extiendan el miedo y gobernarán el mundo. Y se perderán los abrazos, se olvidarán los besos y se llegará a creer con la Lole y el Manué que las caricias soñadas son las mejores…
Se va el bisiesto dejando tras de si una estela de angustias, esquelas y perimetrales desconfianzas. Pero con Manzanero seguimos adorando el día en que la vida nos conoció sin miedo. Las doce uvas deberíamos arrancarlas del racimo de la ira. Y con rabia y rebeldía cantar no nos moverán o quitarle el sable al general de Quilapayún para abrir brecha en el muro que han levantado para un nuevo orden. Un ladrillo más en el muro que corearía Pink Floyd. Diariamente vemos cómo levantan esa muralla derribando lo construido para que el mundo no lo conozca ni la madre que lo parió. Dios no es el que cantaba George Harrison; el dinero busca un banco único y mundial al que Liza Minelli no le encontrará cabaret para cantarle y el planeta tiene un exceso de grasa humana que para los maltusianos es el «The End» que entonaba The Doors. Se va un año abominable. Pero lo que viene no me gusta nada. Así las cosas, recomiendo acordase de la madre de 2020 y despejar la duda energética con mejor alternativa que el nitrógeno verde: un trago larguísimo de bourbon four roses mientras rozas algo parecido a la felicidad bailando, con inadvertida elegancia, por Michael Bublé y Frank Sinatra, los reyes del swing que no tenemos…
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete