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La palidez autonómica

El andalucismo está de moda porque Cataluña existe. Y gana

Felix Machuca

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Una primaveral eclosión andalucista está tiñendo de verde y blanco la palidez autonómica que en tanto olvido lo abandonó para que, algunos episodios políticos a los que asistimos, lo asimilemos a la imagen universal de un grupo de soldados clavando en tierra de Iwo Jima ... la bandera estadounidense. En serio. El furor andalucista es sorprendente cuando aún llevan luto por su pase a mejor vida los más significados militantes que conocí. Pero se ha convertido en tendencia y no hay nadie, absolutamente nadie, en el espectro regional, salvo los que a toda Vox dejaron muy claro que descartan la autonomía como modelo de Estrado, que no se envuelva en la bandera como si viviéramos un remake del 28F. ¿Qué tiene hoy el andalucismo que su amistad procuran tirios, troyanos? ¿Qué no habrán intuido, desde los laboratorios políticos, esos cabezas de huevo que husmean como perros de caza el ambiente para indicarnos el camino por donde se mueve el zorro de la nueva cacería política? Si damos por buena la frase de Breton, el escritor no el responsable de las 3000, de que el azar existe habrá que ir descartando que la tendencia andalucista sea un recurso vintage, como los pelos afros, los vaqueros de campanas y la música de Grateful days. No. En absoluto es un recurso vintage. El andalucismo está de moda porque, como no puede ser de otra forma en la política española de los últimos años, Cataluña existe. Y gana.

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