Sonar bien

Los Stones nos han regalado muchas enseñanzas. Una de ellas es esta: por encima de la marca está el sonido

Está en cualquier manual de marketing digital: inicialmente, la red de Zuckerberg se denominaba Thefacebook. Antes de que su fundador se pusiera a pensar en ello, un individuo avispado registró el dominio Facebook.com, así, sin el The. En 2005, cuando acabó de convencerse de ... que sin el artículo la marca funcionaba mejor, Zuckerberg decidió adquirirlo. Pero no le salió nada barato: su expropietario se convirtió en millonario de la noche a la mañana.

En el personal branding esto es bastante habitual: alguien que quiere registrar un dominio con su nombre personal o artístico y se encuentra con que ya está ocupado. Es lo que le ha ocurrido recientemente a Juan Espadas, que vive una vida dual en internet: el punto com es nuestro alcalde, cuando era aspirante aún a la alcaldía; el punto es tiene el mismo nombre e incluso cierto parecido con el primer edil en el retrato de cabecera de su web, pero es todo un experto en las artes del ligoteo pureta.

Una de las grandes pamplinas del marketing moderno tiene que ver con la marca personal: el individuo como producto envuelto en un paquete que entre por los ojos. Una esquizofrenia que nos desvía de lo realmente importante —ser buenos en lo nuestro—, produce ansiedad y nos convierte en seres ridículos.

Comprendo que todos tenemos que comer, pero esto del branding personal se nos ha ido de las manos. Reconozco que yo también sucumbí. Hace algunos años me abrí una página de escritor, y la mantuve con cierto tesón. Hasta que me cansé: di de baja la web y el dominio, sin que se produjera la más mínima variación en mi canina cuenta de resultados. Un buen día, recibí el aviso de un amigo: había entrado en danielruizgarcia.es y se había encontrado con que la web pertenecía ahora a un echador de cartas del Tarot. No pude evitar la carcajada: quién puede competir con el esoterismo, pensé.

Juan Espadas, afirmo ahora. Me ha superado con creces: mi doble en Internet es un brujo, pero el suyo es un tipo que se pasa todo el día empotrando o pensando en ello. Si fuera él, no haría otra cosa que reírme. Y, por supuesto, trabajar: hoy todos conocemos el célebre icono de la boca deslenguada de los Stones, pero no muchos saben que el grupo de Jagger y compañía recurrió a este diseño tras bastantes años de carretera, y casi por necesidad, cuando decidieron fundar su propio sello discográfico después de haber sido esquilmados por Decca durante una década. Para entonces habían facturado ya algunos de sus temas más universales, entre ellos el mítico Satisfaction.

En sus casi sesenta años de trayectoria, ahora que su larga carrera parece finalmente desfallecer con la muerte del bueno de Charlie Watts, los Stones nos han regalado muchas enseñanzas. Una de ellas es esta: por encima de la marca está el sonido. Ya habrá tiempo de sacar la lengua. Entretanto, Juan Espadas sólo debería concentrarse en sonar bien.

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