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LA TRIBU

Una camiseta

No creo que fuera una casualidad que esa camiseta la llevara el único canterano que había sobre el césped

Jesús Navas disputándole un balón a Luis Suárez en la final de la Copa del Rey AFP
Antonio García Barbeito

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Había once, pero sólo una salvo. Las diez restantes las llevaban algunos que no podían con ella, y las llevaban quienes jamás debieron ponérsela, que, en estos casos, sudar la camiseta es mancharla. Las diez restantes, de pena. Si no todas culpables de la vergüenza ... arrastrada, del deshonor del escudo y de la afición, sí alineadas en el mismo frente de indiferencia. Sé que de las diez restantes hay alguna que no puede más, que lucha por poder llevarla con honra, pero eso no basta. Salvadas éstas, las otras, para arrancárselas a quienes las llevaban. Una legión extranjera de siete, que no siente más escudo —y si hay excepciones, que lo demuestren— que el billete de euro, esa legión extranjera, unos con más culpa que otros, se ha cargado el honor de un club, de una ciudad, de unos colores, de un escudo, de una afición incondicional. Si de las diez camisetas hay una que pueda ponerse con vergüenza, que lo demuestre.

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