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EL RECUADRO

Un inmensa petalada

Sevilla está alfombrada con los blancos pétalos de las flores de los naranjos caídos de los árboles

Antonio Burgos

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LA palabra y la costumbre son recientes: petalada. Consiste en Semana Santa en arrojar centenares de pétalos de flores de mil colores sobre el palio de una Virgen cuando pasa por un lugar señalado y significativo de su itinerario, o por la casa de un ... devoto que así quiere honrar a la Dolorosa de su devoción, o por unos vecinos que se han puesto de acuerdo para que el paso de la cofradía por su calle y por su casa sea algo sonado. Como en todas las tradiciones sevillanas que se inventaron ayer por la mañana y creemos antiguas de siglos, hay pasos de Virgen ligados ya para siempre a petaladas que se sabe van a arrojarles en determinados lugares. Costumbre de barrios más que del centro, aunque ya veamos petaladas hasta en la calle Sierpes. El rito es el mismo. Un grupo de jóvenes se sube a la azotea de un edificio con unas cajas llenas de pétalos de flores deshechas para la solemne y devota ocasión y en el momento exacto en que el palio está allí, las arrojan desde las alturas, convirtiendo la escena en una revoloteante lluvia de colores y de flores troceadas que caen, como nieve, sobre el techo del palio como un homenaje a la Virgen y que llenan la calle y hasta a los que van cerca del paso. Cada vez hay más petaladas a las cofradías sevillanas. Petaladas a paletadas. Sobre todo cuando los pasos de las Vírgenes se acercan a sus barrios de vuelta a sus templos. Ver un paso de palio desde un balcón alto desde donde se contemple el envés de su techo es hacer balance y memoria de la cantidad de petaladas que recibió antes de llegar a la carrera oficial o de la entrada al final de la estación de penitencia.

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