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El teatro feminista de Calviño

La ministra humilló a la mujer a la que obligó a subir a la tarima para hacerse la foto

Alberto García Reyes

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El desaire de Nadia Calviño a los empresarios quitándose de la foto en la que ella era la única mujer es una impostura políticas bochornosa. Sobre todo porque la ministra sí se hizo luego el retrato junto a una señora cuyo nombre ni preguntó —era ... secretaria de la asociación convocante— y en cuanto sintió el flash se marchó con los caballeros dejando tirada a su coartada. Este feminismo de postureo denigra a las mujeres de forma inmisericorde. La escena de Calviño con Sara Molero, que así se llama la compañera de foto a la que humilló, es un icono del feminismo líquido, el de las cuotas, el que reivindica la igualdad cosificando a las mujeres. Molero no posó porque le correspondiera por su cargo, sino simplemente por su sexo. Calviño no le estaba reconociendo su valía, como demostró al bajarse de la tarima ignorándola con total displicencia. Sólo la necesitaba para justificar sus proclamas hueras. Como mero monigote. La usó y luego la tiró.

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