Sevilla al día
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Se cumple un año del cambio de líderes que debían traer aires nuevos a una de las delegaciones mas relevantes en una capital con tanto legado y posibilidades de futuro
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Iniciar sesiónEn esta ciudad de paroxismos y contradicciones está bien una cosa y la contraria. Nos rebelamos para defender lo nuestro, lo que nos define y nos enorgullece y nos quejamos del inmovilismo, el estancamiento y la falta de ideas. No digo que sea característico sólo ... de Sevilla, se entiende que en otras poblaciones también habrá esa disparidad de sentimientos: la pertenencia y el desapego, el amor irracional y la distancia fundamentada, el que no me la toquen, pero también el no la reconozco. Sí me atrevo a asegurar que aquí es donde menos a gusto de todos llueve y donde mayor exigencia se muestra. Como debe ser. El camino se hace andando y las ciudades, construyendo. El ágora en el que se han convertido las redes sociales aporta conocimiento y una visión periférica que a veces les falta a los equipos de gobierno, que seguro monitorizan los comentarios, entienden las críticas y captan las buenas aportaciones. No es una ironía, espero que en el caso de nuestra ciudad, así sea. Ahora bien, confío también en la capacidad de los políticos elegidos y de los expertos consultados, a los que a veces hay que dejarles trabajar y animar, al menos, concediendo el beneficio de la duda.
En este sentido, me refiero a la gestión cultural del Ayuntamiento, ahora que se cumple un año del cambio de líderes que debían traer aires nuevos a una de las delegaciones más relevantes en una capital con tanto legado y posibilidades de futuro. Para que soplaran nuevos vientos lo primordial era calmar las aguas del río revuelto que Minerva Salas no había sabido navegar en su año como responsable. De puertas para afuera: el cierre del Lope de Vega, la suspensión y luego acortamiento del Festival Europeo de Cine y las dimisiones en el ICAS, fundamentalmente. Otros líos internos acabaron por convencer a José Luis Sanz para frenar la hemorragia del que se había convertido en uno de los talones de Aquiles de su mandato. Angie Moreno y el director general de Cultura, Fernando Mañes, han logrado al menos surfear la tempestad. No hay nada perfecto, claro está, pero se respira unidad y se atisba proyecto. Aunque, cómo no, no satisfaga a la gran mayoría. De ahí que abogue por otorgar tiempo antes de salir a degüello. Por ejemplo, con el Festival de Ópera, que aspira a convertirse en un cita bienal de primer orden y a nivel europeo. Por cierto, para la Bienal de Flamenco del año próximo se ha previsto la reapertura del teatro construido para la Expo del 29, cuya efemérides, como la de la Generación del 27, también han de ser puntos clave de esta cartera. Activada la marcha atrás, cuando se agote el comodín del cronómetro, se verá de qué lado se inclina la balanza.
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