SEVILLA AL DÍA
Populismo capillita
Hay quien pretende ganar las elecciones en una hermandad diciéndole a la gente lo que quiere oír, como aquellos 'podemitas' del manoseado 15M
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Iniciar sesiónAPROVECHAR una crisis social para intentar conquistar el poder es el tuétano del populismo político. Hay una infinidad de casos cercanos que sostienen la recurrencia de esa estrategia, tan antigua como las aspiraciones de mando de aquellos que se han aprovechado de las debilidades ajenas ... para urdir su victoria en esta batalla de la influencia. Su figura sería como la de esa especie de mesías que abre paso a la tierra prometida para el pueblo, el mismo que hasta su aparición casi divina vivía sedado por el yugo de quien dirigía los hilos de la marioneta. En medio del caos surge un líder, con un perfil carismático de diseño, que es capaz de persuadir, de mostrarse como un héroe y hasta de convencer con un discurso que sólo dice lo que la gente quiere oír.
Hay dictadores en las páginas de los libros de Historia que son exponentes de esta táctica. También los hay que llegaron al objetivo a través de las urnas democráticas y que lograron su victoria persuadiendo con la idea de que el 'mundo' –por ponerle un nombre– no es más que una lucha entre el bien y el mal. Del primero forman parte él y su pléyade; del segundo, el resto de la gente que lleva el paso equivocado. Así se fraguó, por ejemplo, el éxito social de aquel 15M 'podemita' que acabó catapultando a Pablo Iglesias a sentarse en uno de los sillones del Consejo de Ministros. Pero hay réplicas constantes en nuestra sociedad, y no sólo en el terreno de la política, sino también en entidades de toda índole.
Hace años que este mal se coló en las cofradías sevillanas e hizo saltar por los aires la fraternidad. No fue accidental, más bien hubo interesados que abrieron puertas y ventanas y colocaron alfombras rojas para que pasara hasta el fondo. Aquella politización de lo capillita desembocó en procesos electorales con dos y tres candidaturas que rompieron amistades y dividieron familias. No fue flor de un día, porque la situación sigue repitiéndose. En los últimos meses, y de aquí a finales de año, hay algún ejemplo de ello. Y nadie pone en duda que participar de una junta de gobierno o ser hermano mayor sea un derecho amparado por las reglas, pero una cosa es poder –y hasta querer– y otra muy diferente contar con la capacitación necesaria.
Al populismo sólo se le combate desde la verdad: la que no se maquilla ni se deja persuadir en medio de un escenario de confusión. Por eso, hay que andar con los ojos bien abiertos frente a los que se muestran como salvadores. Son ellos mismos los que generan el caos para aprovecharse de él. Son ellos los que te dicen lo que quieres escuchar para convencerte, aunque tras sus ideas no exista proyecto de hermandad alguno. Prometen puestos –el mismo a varias personas–, hablan de calles, marchas, bordados, extraordinarias... O lo que es lo mismo, pan y circo para que el pueblo esté satisfecho. Si las cofradías han resistido durante siglos ha sido porque, al final, siempre vencen a quienes vienen a servirse en vez de a servir. Toca afianzar ese escudo.
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