puntadas sin hilo
Con don Juan Tenorio esto no pasaba
La culpa no es de Halloween, sino del progresivo deterioro del modelo de convivencia urbano
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Iniciar sesiónLa plena integración de Halloween en el calendario festivo nacional puede gustar más o menos, pero es una evidencia sociológica a la que resulta absurdo oponerse. En un mundo globalizado entra dentro de lo lógico que celebraciones propias de la cultura dominante acaben imponiéndose en ... países que no contaban con esta tradición. La hegemonía cultural norteamericana nos ha legado Halloween, y no se extrañen de que dentro de unas décadas estemos celebrando el año del ratón o del mono y veamos esos dragones hechos con papel de colores procesionando por las calles del centro de Sevilla. La invasión del puente de Todos los Santos por las huestes del 'truco o trato' ha sido un paseo militar por la desigualdad de fuerzas: entre ir al cementerio a limpiar la tumba del abuelo o a una fiesta de disfraces, es comprensible que la juventud abrace la propuesta norteamericana. El muerto al hoyo y el vivo al bollo.
La cuestión es que, tras un rápido proceso de implantación social, lo de Halloween se nos está yendo de las manos. Comenzó como una actividad estrictamente infantil y ha derivado en un desenfreno. La correlación de sucesos en Sevilla en apenas 48 horas queda para los anales de la crónica negra local, desde el desalojo de una fiesta de menores que estuvo muy cerca de terminar en tragedia al asesinato de un joven, pasando por los atracos de una banda que pululaba libremente por las calle de Los Remedios o varios apuñalamientos en distintas zonas de ocio. El propio Juanma Moreno advirtió ayer del riesgo de «normalizar» lo sucedido en Halloween. Es decir, de considerar la violencia como un elemento más en el paisaje cotidiano de esta noche del terror.
La culpa no es de Halloween, una celebración que en Estados Unidos no presenta un índice de peligrosidad social superior a la media anual. La razón no hay que buscarla en disfraces diabólicos o en calabazas, sino más bien en la conjugación de dos factores, la creciente agresividad de las generaciones más jóvenes y en la inhibición de las fuerzas de seguridad, cuyas limitaciones impiden un despliegue preventivo por las calles. Se trata por tanto de un problema formativo y político: falta buena educación y faltan buenos presupuestos.
Con el sangriento balance que deja la celebración del fin de semana en Sevilla es fácil echar de menos las tradiciones autóctonas de este puente, con don Juan Tenorio y doña Inés como único drama. Es cierto que con Zorrilla esto no pasaba, pero enfocar este desmadre desde la añoranza de unos ritos es engañarse, porque el problema no está tanto en la renovación de las liturgias festivas como en el progresivo deterioro del modelo de conviviencia urbano. No nos engañemos, mientras no se solucione la raiz del problema habrá muchas noches de terror además de Halloween.
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