TRIBUNA
Es hora de votar en conciencia
Es indigno buscar votos «hasta debajo de las piedras», en las cloacas y alcantarillas, para sin límites morales lograr una mayoría parlamentaria antinatura y contraria a la clara mayoría sociológica
José Joaquín Gallardo
Cuando se van a cumplir cuarenta y cinco años de su promulgación nuestra Constitución se encuentra en grave riesgo a causa de las groseras maniobras del presidente del gobierno en funciones Pedro Sanchez, siniestro personaje que nunca ganó en las urnas ninguna elección, que torticeramente ... ha sometido al PSOE hasta acabar con su funcionamiento interno democrático, y que ahora pacta temerariamente con todos los maleantes políticos de España poniendo en serio peligro nuestro Estado de Derecho.
Estamos en una alarmante encrucijada histórica donde nos jugamos el mismísimo sistema democrático, lo que obviamente es trascendental cuestión de Estado y no mera discrepancia política o partidista. Que nadie se confunda ni se deje confundir: esto no va de izquierdas o derechas. El dilema es democracia y libertades o autocracia populista. España o sanchismo, en definitiva. El avieso individuo que se les coló por la gatera de las primarias ha transformado el antaño partido socialdemócrata en una nueva formación, que ya no es el partido socialista que precisamos los españoles.
Es indigno buscar votos «hasta debajo de las piedras», en las cloacas y alcantarillas, para sin límites morales lograr una mayoría parlamentaria antinatura y contraria a la clara mayoría sociológica evidenciada en las urnas: tres de cada cuatro votantes lo hicimos por el partido popular o el socialista, huyendo de los extremos e independentismos. Pero Sanchez prefiere pactar con minorías radicales e ignorar a esa mayoría de ciudadanos de derechas, que le produce manifiesta aversión y con cuyo líder prácticamente rehusa hablar. Se le nota demasiado el complejo de inferioridad moral.
En ese contexto todos estamos obligados a defender la democracia ante el autócrata, su disparatada alianza de políticos malhechores y su alocado plan de desestabilización, sectarismo y frentepopulismo. En su partido ha acabado ya con la democracia y ahora todos, socialistas de bien y restantes españoles, tenemos que defender el Estado de Derecho para evitar que Sánchez acabe con la división de poderes, como pretende.
En este siglo los golpistas suelen ser los propios políticos en el poder, que utilizan como método la alteración de la legalidad por la vía de los hechos consumados, las insurrecciones normativas y la inaplicación maliciosa del ordenamiento jurídico, hasta crear subrepticiamente un nuevo orden político. No se trata de llegar a la ley desde la ley, sino de crear un nuevo sistema eludiendo o contraviniendo la legalidad.
Los mecanismos de defensa están en la Constitución: el funcionamiento del Poder Judicial, la Corona y las Fuerzas Armadas, garantes de la soberanía e independencia de España, de su integridad territorial y del ordenamiento constitucional, según dispone el artículo 8 de esa norma suprema. Los jueces contribuyeron decisivamente a frenar el golpe catalán y también frenarán ahora cualquier conato de conspiración golpista. No sería extraño ver pronto fotografías judiciales impactantes, porque afortunadamente en España los políticos todavía han de responder de sus actos ante la Justicia.
Es la hora de la verdad, la decencia y el voto en conciencia. Si Sanchez y otros catorce socialistas rompieron en 2016 la disciplina de partido y votaron en conciencia contra la investidura de Rajoy, ahora con muchísima mayor razón un grupo de socialistas con dignidad de buenos españoles debiera votar negativamente su investidura, por el bien de España y del propio PSOE. Felipe Gonzalez acaba de manifestar a sus compañeros que todo este dislate no merece la pena y que lo suyo es ganar unas nuevas elecciones.
Quizás ingenuamente me pregunto si en esta excepcionalísima coyuntura no habrá al menos un puñado de buenos socialistas con decencia, dignidad e inteligencia política, que logren frenar la debacle y llevarnos a nuevas elecciones. Mantengo esa remota esperanza que beneficiaría también a Sanchez, pues en caso contrario el autócrata y sus secuaces acabarán compareciendo ante los jueces y así se salvaguardará el Estado de Derecho.
Abogado
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