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cardo máximo

Puritanos de la Historia

Esa falsilla con la que se lee una Hisotria de buenos y malos puros se la han puesto por delante al Rey para que escribiera de su puño y letra un recibí

Javier Rubio

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De toda la polvareda en torno al episodio de la espada de Bolívar y el Rey Felipe, lo más descorazonador resulta comprobar cómo no queda nada en pie del edificio iberoamericano construido con gran esfuerzo por la España democrática a su salida de la noche ... oscura de la dictadura. Treinta años atrás, el primer Rey español que había puesto un pie en América reunía a finales de julio en la isla de la Cartuja a todos los mandatarios de las repúblicas hermanas, incluido un Fidel Castro que capitalizó la escena. En tres décadas, aquella arquitectura del encuentro entre dos mundos y de los valores democráticos compartidos se ha ido por el sumidero de la historia. En la misma Sevilla que fue metrópoli del Nuevo Mundo hay efigies de José Martí y Juan Pablo Duarte, héroes de la independencia de Cuba y la República Dominicana, respectivamente. Y se levantan estatuas a los militares sublevados Simón Bolívar y José de San Martín. Sobre el primero, el expresidente de Venezuela Rafael Caldera, presente en el acto de inauguración codo con codo con Don Juan Carlos, proclamó: «Ver al Libertador en esta ciudad hermana los corazones y compromete las voluntades». Ya se ve.

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