CARDO MÁXIMO
Vivir sin dinero
Conozco personalmente a muchas personas que renunciaron a sus sueldos, a sus profesiones, a sus herencias incluso y rebosan alegría
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Iniciar sesiónCuatro mil millones de euros es un problemón, se mire por donde se mire. Se sale de las coordenadas de los que nuestros abuelos habrían definido como «buen pasar» que les permitía a quienes lo disfrutaban tomar las aguas en balnearios, comer carne los domingos, ... tener cuerpo de casa y otras minucias por el estilo. La joven vienesa Marlene Engelhorn, heredera de la familia fundadora de la química BASF y la farmacéutica Boehringer Mannheim a sus 29 años, quiere renunciar al 90 por 100 de su legado. Para que se entienda: quiere ser rica (400 millones de euros aseguran vivir sin estrecheces) pero no obscenamente rica.
La decisión de la pobre niña rica da lugar a un inquietante dilema moral que no conviene eludir por puro cinismo. La joven heredera no quiere que su relación con el dinero se convierta en enfermiza y es por ello que aboga por una variante del socialismo utópico consistente en tributar a lo bestia por patrimonios heredados también bestiales. Eso es lo que peor se entiende de su decisión: el interés en meter al Estado en una decisión que puede ser exclusivamente suya, como crear una fundación que vele por la igualdad de oportunidades o el patrimonio cultural, repartirlo a los pobres a través de una organización caritativa, ejercer el mecenazgo artístico o, más en nuestros días, lanzarlo alegremente desde un helicóptero que bien podría ser un ingreso de 444 euros a cada uno de los nueve millones de compatriotas austriacos y que cada cual le de a tan inesperado regalo el destino que mejor estime. ¿Qué tendría que decir Hacienda?
Sólo en una sociedad tan ordenada y reglamentista como la austriaca puede entenderse el afán entusiasta de la joven Marlene por contribuir a través del impuesto sobre sucesiones. A nuestro alrededor, veo tantos motivos para desconfiar del Estado como agente redistribuidor de riqueza que no se me pasaría por la cabeza dejar ese papel al arbitrio de unos políticos (de todos los colores) que se han caracterizado por dilapidar a manos llenas sin control alguno ni evaluación posterior. ¡Como para darles más dinero!
Y luego está la cuestión de fondo también ineludible: ¿cuánto dinero es suficiente para no preocuparse del dinero? Cada uno de nosotros podrá dar una cifra, según su particular tren de vida y los compromisos adquiridos, para encontrar ese equilibrio –y no el dinero– tras el que se esconde la felicidad. Aunque conozco personalmente a muchas personas que renunciaron a sus sueldos, a sus profesiones, a sus herencias incluso y rebosan alegría. Viven en comunidades más o menos cerradas dedicadas a lo que consideran importante. ¡Algunas tienen reglado no guardar comida para más de dos días! Creo que se llama vida monástica o algo por el estilo…
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