SIN ACRITUD
In Spanish please
Ningún gran líder político español de las últimas décadas domina el inglés, lo cual es muy significativo y explica muchas cosas de las que nos pasan
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Iniciar sesiónDoes this incident explain something broader about Spanish society and the treatment of women beyond the world of football?». Así –de sopetón y en un perfecto inglés del mismo Oxford– le formularon la pregunta a la vicepresidenta del Gobierno (en funciones), Yolanda Díaz, ... en una rueda de prensa celebrada el pasado martes. Y la vicepresidenta del Gobierno (en funciones), Yolanda Díaz, se quedó más callada que Jenny Hermoso cuando Rubiales le plantó ese vomitivo beso no consentido. No supo qué decir. Ni qué hacer. Optó por mirar al infinito, disimulando con sus papeles y pensando tierra trágame hasta que por fin alguien acudió al rescate y tradujo la question al español. Entonces la vicepresidenta del Gobierno (en funciones) Yolanda Díaz, contestó como si nada hubiese ocurrido. Con su eterna sonrisa y su absoluta falta de pudor. Aquí no ha pasado nada. Se limitó a dar su respuesta en castellano y a otra cosa. Pero sí pasó. Pasó que la vicepresidenta del Gobierno (en funciones), Yolanda Díaz, nos avergonzó a todos con su absoluta ignorancia. Insisto en lo de vicepresidenta del Gobierno (en funciones) porque resulta inaudito que toda una vicepresidenta del Gobierno (en funciones) no tenga ni pajolera idea de inglés. Pero es que en este nuestro país ya no importa nada de lo importante. Todo se reduce a polémicas estériles y cortinas de humo para distraernos de lo realmente sustancial. En realidad, este asunto del inglés viene de antiguo. Antes que Yolanda ya nos habían avergonzado José María Aznar, Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y el propio Pedro Sánchez. También Feijóo ha confesado que no habla la lengua de Shakespeare y hasta la ex alcaldesa de Madrid, Ana Botella, nos humilló ante el mundo entero con su relaxing cup of café con leche. Resulta que miles de jóvenes españoles se marchan cada año al Reino Unido para perfeccionar el idioma mientras ponen cups of café o hacen camas en un hotel, y aquí a nuestros más altos dirigentes políticos no les exigimos ni el nivel B1. Eso sí, olvídese de ser enfermera en Barcelona si no sabe usted catalán. O euskera si su objetivo es ser profesor de, qué sé yo, matemáticas en un instituto de Bilbao. Por ejemplo.
Este 'detalle' del idioma explica muy bien los niveles de degradación a los que hemos llegado en nuestro país. Si la formación y la educación no importan, de ahí para abajo imagínese. En cualquier ámbito de la vida profesional hay que aspirar a la excelencia, que indefectiblemente pasa por la cultura del esfuerzo. Y a partir de ahí, que cada uno llegue lo más alto que sea capaz de llegar. Si usted quiere ser un alto cargo del Estado, qué menos que dominar el inglés con cierta soltura. Resulta inconcebible que se lo exijamos al último becario de cualquier consultoría y no a nuestros líderes. Eso no puede ser. Y sin embargo, es. Así nos va.
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