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Sin acritud

Dos de cada diez

Andalucía tiene por delante el reto de que ni un solo estudiante se marche fuera al acabar la carrera universitaria

Ignacio Moreno Bustamante

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Dato objetivo: nueve de cada diez estudiantes que acaban Bachillerato y hacen la Selectividad en Andalucía se quedan en su tierra para cursar sus estudios universitarios. Sólo uno se marcha fuera. No es mal dato. De hecho es magnífico. Ya quisieran otras comunidades autónomas. Sin ... embargo, el número crece cuando acaban la carrera. Ahí ya la sangría es mayor. De hecho se duplica. Casi 4.500 cada año. Hace un par de días podíamos leer esas cifras aquí en ABC. Fuga de talentos lo llaman. Acertadamente, porque en no pocos casos son los más brillantes los que encuentran un mejor futuro en Madrid o en el extranjero. Y ahora un dato subjetivo, subjetivísimo, pero cierto como la vida misma: todos, absolutamente todos, quieren regresar a su tierra en cuanto puedan. En el peor de los casos cuando les llegue la jubilación. Si es antes, mejor. No se marchan porque quieran, sino por una cuestión profesional. No vital. Por tanto, el reto está claro. Andalucía tiene por delante la tarea de conseguir ser tan atractiva laboralmente como cualquiera de las capitales que en Europa hubiere. No es fácil. Obviamente. Lucha directamente contra la historia. Y lo que es peor, contra potencias económicas muy importantes. Pero no es imposible. De hecho, el dato cada vez mayor de estudiantes universitarios que se quedan aquí no es casual. Es fruto de muchos años de trabajo para ofrecer cada curso más titulaciones, mejores campus, mayor nivel académico. Y -muy importante- precios competitivos y una buena combinación de universidades públicas y privadas.

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