PÁSALO

El descubrimiento

Si hay algo indiscutible es la arrolladora victoria del lunes de Feijóo

No nos engañemos. Esto de la política va de escudo, bandera y partido. Y en un debate como el del pasado lunes, los más de cinco millones de espectadores que lo siguieron, estaban delante del plasma con su escudo, banderita y lealtad correspondiente. Los aciertos ... de unos serán negados por el contrario y la petición de VAR en cada jugada, una solicitud recurrente hasta el hartazgo. Por lo que arrancarle a cualquiera de ellos una declaración de objetividad sería pura herejía para el elegido. Una traición imperdonable, digna del mayor de los castigos políticos. Así que para cada uno de estos bandos hubo un vencedor indiscutible, el suyo. Perdió siempre el otro. Y si tienen alguna duda de lo que les digo, hagan memoria y recuerden lo que se leía en redes sociales durante el tercer tiempo. A la voz de ya se pusieron a trabajar los comandos digitales respectivos, dando ganador por goleada a uno o a el otro. Dicen los expertos que estos debates no mueven mucho el voto. Y si lo hacen, su impacto es tan leve que casi roza la irrelevancia. Lo que sí es cierto que, en este caso concreto de Sánchez y Feijóo, sirvió para que pudiéramos descubrir al aspirante. Que ganó de forma arrolladora el encuentro.

Del aspirante teníamos prefijada una imagen irreal, quizás forjada por sus maniatadas intervenciones en el Senado, que le han impedido dar la dimensión de su talla política. Y descubrimos que es un elemento elegantemente peligroso en el uno contra uno, con golpes políticos secos y duros al hígado del contrario, capaz de sacar de sus casillas a un Sánchez que es especialista en la corta distancia, en el garabato pinturero de una intervención en las Cortes. La combinación de la dureza de sus golpes y la capacidad que demostró para no perder nunca el centro del ring del debate nos remite a su contundencia dialéctica en la ley del «sí es sí», al acuerdo del gobierno con Marruecos aún por explicar, a las viviendas sociales y, por supuesto, a los apoyos políticos de unos socios manifiestamente mejorables. Sánchez, además de tender a una trabazón sistemática del contrario, interrumpiéndole su discurso con cucamonas, risas de billares y simulaciones gestuales, solo fue capaz de sacar el puño con Vox. Un golpe no difícil de esquivar, porque el lunes se cumplían años del secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco… En su esquina, los 'migueles', el grupo que lo asesora, se preguntaría qué momento era el más oportuno para tirar la toalla.

No tiraron la toalla, pero tocaron a generala y el parque móvil digital del partido y afines se pusieron manos a la obra. Había que maquillar la aplastante derrota del presidente con una campañita sobre la mentira, ya veis qué osadía, y la igualdad del PP y Vox. Esa reacción demostraba que si hubo un ganador claro de la pelea hablaba gallego. Han perdido, salvo las que achicharra Tezanos, la magia de las encuestas. Y también ha perdido el presidente su agotada credibilidad. Tras el debate hay quien le concede al PP de dos a cuatro diputados más. La demoscopia sabrá. Pero hemos ganado en conocimiento político de uno y sabemos la talla que ocultaba la sonrisa dentífrica del otro…

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